Revista
Hablar de los nuevos enfoques en el sector de la aceituna de mesa y no hacer mención a los aranceles…eso sí es un reto… Un reto que ya hemos sorteado en otras ocasiones pero que, inevitablemente -y no precisamente por nuestro gusto- siempre acaba centralizando la atención sobre todos los temas que afectan a la aceituna de mesa.
Obvio que es un asunto muy manido y recurrente pero no porque nosotros queramos. De hecho, solo por dar un apunte antes de poner el foco en otros asuntos, la realidad es lo que ha supuesto para el sector de la aceituna española negra española, una pérdida de la mayoría del mercado a favor de -y aquí está la clave- de otras zonas y países como California, Marruecos, Egipto y Turquía… Esto se traduce en que hemos dejado de exportar 250 millones de euros desde 2018 y estos países han ganado músculo para hacernos competencia en muchos otros mercados además de EE.UU. Es difícil que no lo tengamos presente…
Si hacemos memoria, el 75% de la aceituna que exportamos se consume en la UE y EEUU, por lo que esta situación puede ser el elemento que nos impulse a seguir explorando otros mercados donde la aceituna sigue siendo desconocida, como hemos hecho este año y avanzar en esa línea para llegar a China, Corea, Japón, Sudeste asiático… La promoción seguirá siendo esencial, aumentar el presupuesto, de forma que se aborden los nuevos países y se mantengan a la vez las campañas en los tradicionales.
Está claro que, para mantener nuestra posición de liderazgo de España en el mundo y luchar contra Marruecos, Turquía, Egipto, Grecia, Portugal etc, debemos ser muy competitivos e ir a una, todo el sector. Tenemos peculiaridades como el hecho de que hay determinadas variedades de aceitunas -como la manzanilla y la gordal - que se siguen recogiendo a mano. Esto se traduce en costes elevadísimos que les impiden competir, no ya con las extranjeras, sino con otras españolas.
Esto nos indica que la innovación debe seguir siendo vital en el futuro del sector junto con la I+D. Y ser capaces de conseguir la mecanización de las variedades tradicionales y añadir nuevas variedades más competitivas que sean aceptadas por los mercados.
Pero tenemos más retos sobre la mesa, algunos nuevos y otros que se prolongan el tiempo. Es verdad que la inflación se ha convertido en un asunto peliagudo para todo el sector agroalimentario, Y es cierto que, como al resto de sectores, los grandes incrementos de costes y la pérdida de margen nos afecta mucho más en sectores exportadores como este; en los que hay una gran competencia internacional y menos capacidad de repercutir este incremento de costes. Y más viniendo de dónde venimos, con todo el desgaste sufrido por los aranceles.
De hecho, esta situación actual de incremento de costes trae como consecuencia -en general- poca capacidad para innovar lo que significa que seguimos con las presentaciones de toda la vida. Aquí se abre otra vía que sigue preocupándonos y mucho, ya lo tratamos en nuestro último artículo, pero al que hay que volver: la desvalorización de la aceituna como producto, especialmente en gran parte del mercado Horeca, donde acaba siendo un producto infravalorado- que se regala en muchos casos. Y luego la necesidad de que el consumidor distinga y valore sus distintas calidades para un producto que es intrínseco a nuestra gastronomía, vital en la estructura económica y social y que sigue estando poco valorado y continúa siendo muy desconocido.
Este artículo de opinión se encuentra disponible para su lectura en el número 193.