Revista
La sequía que sufrimos desde hace años está golpeando esta campaña con mayor dureza al campo español. Y ha devuelto un asunto capital a la actualidad: la importancia del agua, nuestro recurso más preciado, como motor que alimenta el mundo y es imprescindible para todas las actividades económicas.
Los agricultores de regadío llevamos décadas comprometidos en la gestión responsable y sostenible del agua y apostando por las nuevas tecnologías aplicadas a este objetivo que consideramos prioritario. Los resultados nos avalan y por eso contamos con un regadío modernizado, entre los primeros a nivel mundial.
Somos un ejemplo pionero, un caso de éxito y uno de los regadíos más avanzados, competitivos y reconocidos en el ámbito internacional. En España, nuestro sector representa en torno al 15% de la superficie agraria útil y cerca de un 60% de la producción final agrícola nacional (67% de la producción final vegetal).
Y las cifras avalan el éxito: casi un 80% de nuestros regadíos está ya modernizado y, según los últimos datos oficiales de 2022 que acabamos de conocer, la superficie de riego por gravedad sigue disminuyendo en nuestro país, como consecuencia de la aplicación de los modernos sistemas de riego y de las nuevas tecnologías, y ya es inferior a las 800.000 hectáreas, lo que constituye un hito importante.
Todo este proceso se ha materializado en unos resultados muy concretos: hemos conseguido un ahorro de agua importantísimo. De hecho, en los últimos 25 años el agua destinada al conjunto de los regadíos ha registrado un descenso de un 15%.
Así, asumo el desafío de presidir la Federación Nacional de Comunidades de Regantes de España (FENACORE) durante los próximos cuatro años con el orgullo y la ilusión de representar a un sector -a más de 700.000 agricultores de regadío- que es un referente en la gestión y el uso eficiente del agua, reconocido e imitado también fuera de nuestras fronteras.
Hemos sabido estar a la altura del reto. Ahora, en una segunda fase debemos completar y actualizar este proceso de modernización con la digitalización y la incorporación plena de las nuevas tecnologías. Con ello, facilitaremos la incorporación de las nuevas generaciones al regadío, asegurando el futuro del mundo rural.
Pero a nadie se le escapan las dificultades del contexto actual. A la asfixia que provocan los desequilibrios entre los costes de producción y los precios de venta se suman ahora otras incertidumbres derivadas de la guerra de Ucrania, la escalada de los precios de la energía...
Y la sequía de estos meses agrava la situación de una manera dramática para muchas familias de la España rural.
La lista de cultivos y de zonas afectadas en todos los rincones del país es larga tomando como ejemplo el caso del olivar, la escasez de agua ha afectado directamente a su crecimiento y desarrollo, reduciendo la cantidad y calidad de la aceituna, con todo lo que ello supone para un sector fundamental en nuestra industria agroalimentaria.
El artículo de opinión encuentra disponible para su lectura en el nº193 de Óleo.