Revista
Investigadores del departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad de Jaén, en colaboración con la Universidad de Granada y el Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada (IBS.GRANADA), han analizado cómo la adherencia al patrón de dieta mediterránea (MedDiet) influye en el componente físico (Comp-P) de la calidad de vida relacionada con la salud (HRQoL) en adultos activos de mediana edad y mayores. Los hallazgos subrayan la importancia de esta dieta tradicional para mantener un bienestar físico óptimo en las etapas avanzadas de la vida.
Antecedentes del estudio
La dieta mediterránea es reconocida por sus múltiples beneficios en la prevención de enfermedades crónicas y en la mejora del bienestar general. Sin embargo, hasta ahora había pocos datos que relacionan directamente su adherencia con la percepción de la salud física en adultos mayores. Un estudio reciente publicado en Nutrients bajo el título, “Impact of Mediterranean Diet Pattern Adherence on the Physical Component of Health-Related Quality of Life in Middle-Aged and Older Active Adults”, aborda esta laguna, proporcionando evidencias clave para el diseño de intervenciones dietéticas personalizadas en personas de entre 41 y 80 años.
Alimentación versus calidad vida física
Se llevó a cabo un estudio transversal con 520 participantes activos, divididos en cuatro grupos de edad: 41-50 años (n = 116), 51-60 años (n = 225), 61-70 años (n = 135) y 71-80 años (n = 44). Se evaluó la adherencia a la dieta mediterránea mediante el cuestionario MEDAS, mientras que la calidad de vida física se midió con el cuestionario SF-36. Los datos se analizaron para comparar la salud física según el nivel de adherencia a la dieta.
En cuanto a los principales resultados, el análisis reveló que en el grupo de edad más avanzado (71-80 años) existía una correlación significativa entre la adherencia a la MedDiet y las puntuaciones de salud física (r = 0,367, p = 0,014).
Las personas con buena adherencia a la dieta mediterránea obtuvieron una puntuación promedio de 50,10 ± 7,39 en el componente físico, frente a 44,46 ± 7,73 en aquellas con baja adherencia (p = 0,015; d = 0,74).
Los niveles más bajos de adherencia en este grupo se asociaron con un consumo insuficiente de alimentos clave como verduras frescas (36,36%), frutos secos (47,73%), legumbres (50,00%), pescado (52,27%) y frutas (56,82%).
Conclusiones del estudio
Según los investigadores, una menor adherencia a la dieta mediterránea se relaciona con un deterioro de la salud física autopercibida en personas de entre 71 y 80 años. Este impacto negativo se atribuye a la menor ingesta de alimentos esenciales, lo que subraya la importancia de promover hábitos alimentarios mediterráneos como estrategia para un envejecimiento saludable.
"Estos hallazgos son fundamentales para el diseño de intervenciones dietéticas personalizadas que fomenten la adherencia a la dieta mediterránea en las etapas avanzadas de la vida, mejorando así la calidad de vida y la aptitud funcional de los adultos mayores", afirma el equipo investigador.
Los resultados del estudio destacan la necesidad de:
Importancia para la salud pública
Dado el envejecimiento de la población, los investigadores instan a que la dieta mediterránea sea un pilar central en las políticas de salud pública y estrategias de intervención dirigidas a personas mayores. Esto no solo mejorará el bienestar físico y funcional, sino que también reducirá los costos asociados a la atención médica en esta población.