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Las consecuencias de la sequía para la agricultura son indudables e incalculables, ya que afecta negativamente a la producción y calidad de los cultivos, lo que a su vez disminuye la rentabilidad de un sector clave para la economía española. Pero es destacable que, a pesar de que España es un país con zonas de gran escasez hídrica y sequías cíclicas, esté a la cabeza de la producción agraria del mundo, tanto de regadío como de secano. De hecho, nuestro país es el principal productor de aceite de oliva del mundo, alcanzando el 70% de la producción de la Unión Europea y el 45% de la producción mundial. Sin embargo, el sector olivarero en España se ha visto afectado en los últimos años por la escasez de lluvias, lo que ha provocado que las cosechas de los últimos años sean muy inferiores a la producción habitual. Según el Consejo Oleícola Internacional (COI), durante la campaña 2021/2022 la producción de aceite de oliva en España alcanzó 1.491.000 toneladas, para bajar a 665.000 toneladas en la campaña 2022/2023, un descenso del 55,39%, que ha tenido una enorme repercusión en el precio del aceite.
El riego como medio para asegurar cosechas
Y aunque el cultivo de olivos es tradicionalmente de secano, cada vez se está apostando más por la incorporación del riego. Este giro paulatino hacia el regadío está motivado, sin duda, además de por la apuesta del sector por sistemas de producción más tecnificados, por la merma de las cosechas como consecuencia de las olas de calor cada vez más recurrentes y la escasez de lluvias a causa del cambio climático. Y es que la introducción de un sistema de riego para los olivos no solo permite obtener mayores producciones y rentabilidad, sino que también permite asegurar las cosechas.
Ahora bien, teniendo en cuenta que la mayor superficie de plantaciones de olivos está en Andalucía, una región que también se caracteriza por un déficit hídrico estructural, no es disparatado pensar que cada vez más los productores de aceite de oliva busquen soluciones para asegurar el riego para sus olivos, y la desalación y la reutilización de agua son los dos recursos hídricos que pueden aportar esa seguridad a los agricultores, ya que no dependen de la climatología.
Nuevas soluciones para asegurar el riego
La desalación permite obtener agua de calidad para riego a partir de agua de mar y también a partir de agua salobre, que es el agua continental que tiene una concentración salina entre 3 y 25 gramos de sales por litro, es decir muy inferior al agua de mar (que posee alrededor de 38 gramos por litro), pero que también puede ser perjudicial para cultivos y suelos. Y, por su parte, la reutilización pone a disposición de los agricultores agua que proviene de las depuradoras de aguas residuales, donde, adicionalmente a los tratamientos convencionales, es sometida a tratamientos avanzados que permiten obtener un agua para riego de excelente calidad, y que se denomina agua regenerada.
Tanto la desalación como la reutilización ofrecen a los agricultores una fuente constante y predecible de agua, asegurando los recursos hídricos de forma continuada, lo que les permite planificar mejor sus cultivos, posibilitando a su vez una mayor capacidad de regular la producción con la creación de sistemas de almacenamiento de agua, algo fundamental para que sus explotaciones sean productivas y viables económicamente, también en tiempos de sequía.
Y esta es la principal razón por la que el uso de agua desalada para riego agrícola es, desde hace décadas, una realidad para muchos agricultores del levante español y de las islas. De hecho, más del 21% del agua producida en desaladoras en España se utiliza para la agricultura, y en algunas zonas este porcentaje es mucho mayor, por ejemplo en la Demarcación Hidrográfica del Segura el 60,8% del agua desalada es para uso agrícola. Y cinco de las grandes plantas desaladoras ubicadas en el sureste de la Península (Carboneras, Campo de Dalías, Águilas, Valdelentisco y Torrevieja) están destinando a día de hoy más de la mitad del agua que producen al riego agrícola, llegando a alcanzar hasta el 80% en la planta desaladora de Torrevieja y el 97% en la planta desaladora de Águilas.
Tienen el artículo de opinión completo para su lectura en el número 197 de Óleo.