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Es bastante común que en el día a día nos encontremos con información sobre digitalización en el mundo de la empresa. Términos como Industria 4.0, Inteligencia Artificial, Big Data forman cada vez más parte de nuestro día a día, como también es verdad que es bastante común que pensemos que eso es el futuro, que no va con nosotros o que es una moda pasajera, y en el caso de las almazaras es bastante común el pensamiento “Ya nos subiremos a ese tren cuando esté mi vecino” o “Si yo como estoy, estoy bien”. Pero cabría hacerse varias preguntas: ¿cuál es el coste de oportunidad de la digitalización? Y, sobre todo, ¿cuándo puede ser demasiado tarde?
Todos entenderíamos el retorno de la inversión de un controlador que nos asegurara un punto más de agotamiento en el aceite. Es más, todos entenderíamos que en este momento de escasez de producto debido a la sequía que estamos sufriendo, que está llevando al mercado a tener unos precios muy altos, sería más importante obtener ese punto extra de agotamiento y que el retorno de la inversión sería mayor. Pensaríamos que se amortizará sola. En el caso de la digitalización ocurre lo mismo, una vez implementada el retorno es inmediato.
El sector se encuentra en una situación compleja, muy atomizado y con muchas almazaras con niveles de calidad de aceite muy similares. En este tipo de escenarios, toma especial relevancia el factor eficiencia para mejorar el rendimiento empresarial de la almazara, y en algunos casos, puede que hasta a nivel de supervivencia de la misma. La eficiencia podríamos enfocarla como el uso óptimo de los recursos empresariales, sacar el máximo beneficio de los mismos.
Centrado en la almazara vemos claramente como el uso eficiente sería obtener la máxima cantidad (y calidad) posible de la aceituna que compramos, conseguir más aceituna y disminuir los costes de estructura.
Tiene disponible este artículo de opinión para su lectura en el Nº194 de Óleo.