Revista
Calentamiento global, aumento de los precios de las materias primas, epidemias, seguridad alimentaria, medio ambiente, protección del empleo, salud... Estos temas están en la mente de todos nosotros desde hace varios años y afectan a todos los sectores de la sociedad a escala mundial.
Como el resto de la humanidad, el olivo, que el Consejo Oleícola Internacional (COI) defiende desde hace casi 65 años, también se ve afectado por los mismos problemas que lo amenazan y debilitan lo que nos obliga a pensar en nuevas estrategias para garantizar su supervivencia.
En este alarmante escenario, el olivo tiene mucho que enseñarnos, porque es el árbol de la resiliencia por excelencia, y todo lo que representa y le afecta hoy puede servirnos de ejemplo y guía para afrontar los retos que tenemos por delante.
Desplazamiento de las zonas Olivareras
El calentamiento global es claramente el problema que más afecta a la olivicultura en la actualidad. Su impacto se ha intensificado en los últimos años y parece haber modificado definitivamente el mapa mundial de los productores de aceite de oliva y aceitunas de mesa. Las zonas tradicionales de producción se están viendo muy afectadas por este fenómeno y los olivicultores se encuentran desamparados ante la disminución de las precipitaciones y el acceso cada vez más limitado a los recursos hídricos. Esta cuestión está en el centro de la misión del COI, que está intensificando sus actividades de formación e información para los expertos de sus países miembros. El mes pasado, impartió un curso sobre el uso eficiente del agua en la olivicultura en el contexto del cambio climático, en el que los participantes conocieron tecnologías innovadoras para optimizar los recursos hídricos y edáficos.
El cambio climático provocará inevitablemente un desplazamiento de las zonas olivareras. Además de las estrategias para mitigar los efectos del cambio climático en los actuales países productores, a fin de que puedan seguir produciendo, el COI busca apoyar a los nuevos países en los que las condiciones climáticas son ahora adecuadas para el cultivo del olivo. Es el caso, por ejemplo, de Francia, donde se están poniendo en marcha iniciativas para desarrollar la olivicultura en regiones que hasta ahora no reunían las condiciones necesarias, y de muchas otras zonas (Europa del Este, América, el Cáucaso, Estados del Golfo, etc.) que tienen previsto dedicarse al cultivo del olivo.
Tiene disponible este artículo de opinión para su lectura en el Nº194 de Óleo.