Revista
La campaña del aceite de oliva 2022/2023 ya ha terminado, pero deja tras de sí un reguero de preocupaciones, que también nos acompañarán en la próxima campaña. El mayor temor está relacionado con la incierta situación económica, que obviamente también afecta al sector del aceite de oliva: el conflicto ruso-ucraniano ha provocado durante mucho tiempo un aumento de los costes energéticos y un incremento de muchas materias primas.
Baste decir que, durante la mayor parte de 2022, el papel y el vidrio tuvieron precios disparatados. Hoy la situación parece más estable, al menos en lo que respecta a la fuente de energía, pero está claro que el sector seguirá pagando durante mucho tiempo el aumento gradual de los costes de producción.
La tormenta perfecta, sin embargo, no se ha generado en el mundo del aceite de oliva sólo por razones económicas, sino que ha contado con un eficaz "cómplice": el cambio climático, personificado en la sequía que azotó el Mediterráneo el año pasado, y que aún continúa en España, país que por sí solo representa la mitad de la producción mundial de aceite de oliva, y que ha visto caer sus cantidades en un 50%. Esta cifra por sí sola da una idea de las tensiones en el mercado del aceite de oliva, que han llevado a cotizaciones récord, y que desgraciadamente afectarán a la próxima campaña. La crisis del agua, sobre todo en la Península Ibérica, también parece destinada a prolongarse durante mucho tiempo. Tanto es así que ya es seguro que asistiremos a una repetición de la misma situación, lo que dificultará aún más las perspectivas de nuestro sector. Es cierto que Italia, según las primeras estimaciones, debería tener una buena campaña, pero también sabemos que una sola cosecha con el signo "+" no basta para solucionar el déficit de producción registrado en los últimos años.
ASSITOL ha invitado repetidamente a operadores y políticos a confrontarse para definir una serie de medidas que permitan garantizar en el futuro el aceite de oliva virgen extra a nuestros consumidores. Lo hemos propuesto a la cadena de suministro, que comparte los mismos temores, y también lo hemos hecho con las instituciones, tanto italianas como europeas. El subsecretario de Agricultura, Patrizio La Pietra, ha abierto una mesa redonda con todos los representantes de la cadena de suministro: es una oportunidad única para abordar los problemas del aceite de oliva en Italia de forma unida. En resumen, se han dado algunos pasos, pero aún queda mucho por hacer.
Modernización con vistas al futuro
Somos conscientes de que es imposible rivalizar con las cantidades de España, pero podemos ganar en calidad de nuestros productos, en sabor y en variedad. Parece esencial aumentar la producción italiana para responder a la creciente pasión por el producto-aceite.
En cuanto a los efectos del cambio climático, por otra parte, debemos centrarnos en una estrategia común, basada en la modernización, la investigación científica y la capacidad de mirar hacia el futuro. Un enfoque que con demasiada frecuencia en el pasado ha sido visto con desconfianza. Por el contrario, es prioritario invertir en nuevas plantas con la ayuda de los fondos del PNRR, dando prioridad a los cultivares que puedan resistir condiciones climáticas extremas, y en la aportación de tecnología, a fin de luchar contra la dispersión del agua. Las plantas desalinizadoras de agua de mar también pueden ayudar con el riego de emergencia cuando la sequía se prolonga durante demasiadas semanas. La ciencia puede marcar realmente la diferencia, incluso ayudando a erradicar la Xylella, que tanto daño ha hecho al patrimonio olivarero de Apulia, que produce por sí sola la mitad del aceite de Italia.
Tiene disponible este artículo de opinión para su lectura en el Nº194 de Óleo.