Revista
Por Carmen Vallejo Garcelán. Profesora y Consultora de RSC y Planes de Igualdad en EOI y en Cooperativas Agroalimentarias de España
Escribo este breve post en relación a las paradojas que tiene el destino, pues la pandemia de Covid-19 ha puesto de relieve la necesidad de disponer de productos de alimentación procedentes el sector agrario y ganadero. Me explico, en los últimos días me ha venido a la mente que aunque parece ya que haya pasado mucho tiempo, hasta hace apenas unas semanas las imágenes en la televisión y los comentarios en los medios de comunicación era de manifestaciones de agricultores en todo la geografía española, poniendo de manifiesto lo olvidados que estaban y están, y que producir productos agrarios no es rentable, y en muchas ocasiones se producen pérdidas y sin alcanzar una renta digna. Las imágenes de “tractoradas” cortando carreteras y manifestando las demandas, eran vistas con muchos habitantes de las ciudades como algo anecdótico, se escribieron diferentes artículos en prensa como “El campo es un país extranjero”.
Pues bien, en medio de estas reivindicaciones, de forma impactante apareció Covid-19 y como bien sabemos los españoles/as lo que esto está suponiendo dado el incremento exponencial de personas infectadas, que ha llevado por segunda vez en nuestra historia democrática a la aprobación de un Real Decreto Ley 463/2020 de 14 de marzo, por el que se declara el estado de alarma para la gestión de la situación de crisis sanitaria, además del impacto económico y social que está produciendo.
En estos últimos días y con la vista puesta en la situación sanitaria y las medidas que el Gobierno podría tomar, hemos presenciado como los ciudadanos se han “lanzado a la compra” de productos de alimentación de forma “compulsiva” y rozando cierta irracionalidad, con imágenes de estanterías vacías, largas colas. Pues bien esos productos que han llenado los carros de los supermercados, de los mercados municipales y demás tiendas de alimentación se producen en el campo por el trabajo de mujeres y hombres agricultores y ganaderos para que luego la industria agroalimentaria y cooperativas lo repartan por todo el territorio nacional y llegue a hombres y mujeres para su consumo. Este hecho nos debe hacer reflexionar, de la necesidad de prestar atención por parte de los poderes públicos y de toda la ciudadanía, el campo y el sector agroalimentario que hoy más que nunca sigue trabajando para que no haya desabastecimiento.
Para finalizar, me gustaría parafraseando a Albert Camus “En las profundidades del invierno (que aquí podríamos decir de la crisis sanitaria) finalmente aprenderemos que si estamos unidos, somos responsables, realizamos un reconocimiento a tantas y tantas personas sanitarias, agricultoras, ganaderas, al sector de cooperativistas agrarias, empresas de alimentación,… y todas la personas anónimas que están en su puesto de trabajo llevando a cabo labores calladas pero encomiables, aprenderemos que en nosotros había y lograremos un verano invencible”. Gracias.
#QUÉDATE EN CASA