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Los problemas financieros que sufre Argentina, continúan incidiendo en la industria del aceite de oliva del país. Así, con la inflación superando la devaluación del peso, los productores están luchando para competir con España, Italia y otros grandes exportadores. La industria del aceite de oliva en Argentina está basada, en gran parte, en las exportaciones, de modo que alrededor del 75% de las cerca de 30.000 toneladas de aceite producidas anualmente, se venden en el extranjero. Por su parte, el mercado de la aceituna de mesa es aún más desequilibrado, y se exporta cerca del 95% de su producción anual.
Además del aumento de los costes de producción, las exportaciones de aceite de oliva argentinas están luchando para competir en el escenario mundial. Mientras que el volumen de producción se ha mantenido más o menos constante, las exportaciones se han reducido y no hay un mercado interior suficientemente grande como para absorber la diferencia. Los excedentes y el descenso de las ventas han llevado a la industria en una situación desesperada, con despidos y cierres de fábricas, en particular entre los productores más grandes, según publica The Olive Oil Times.
"Estamos en un punto muerto. No hay pedidos de exportación que vienen porque no somos competitivos. En este momento es más barato traer las aceitunas de España que producirlas”, asegura Rafael Camacho, jefe de la planta de procesamiento de Mendoza, propiedad de la empresa española Ángel Camacho.
Sin embargo, esta situación parece haber beneficiado a algunos productores de aceite de oliva más pequeños, al menos en el corto plazo. Un puñado de empresas no relacionadas con los alimentos ha comprado pequeñas marcas de aceite de oliva con el fin de exportar sus productos bajo el nombre de la empresa, lo que aumenta sus cuotas de importación. Esto les permite acceder a los productos de alta demanda en el extranjero, que luego se pueden vender con fines de lucro en el mercado interior.