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Aranceles a productos europeos por valor de 6.842 millones de euros. Afectados casi 1.500 artículos fabricados en los 28 Estados miembros de la Unión Europea, pero especialmente en cuatro de ellos: Francia, Alemania, Reino Unido y España. El sector agroalimentario recibe el golpe más duro. Aranceles del 25% para el vino, el queso, las naranjas, el jamón... y, por supuesto, para la aceituna de mesa y el aceite de oliva.
La medida impuesta por Trump y autorizada por la OMC va a dar que hablar y mucho. No ha sido una decisión económica. Tampoco arbitraria. Trump ha activado los aranceles en respuesta a unos subsidios concedidos por cuatro gobiernos europeos a Airbus para el desarrollo de dos modelos de avión concretos, el A350 y el A380. Esos cuatro gobiernos eran los de Francia, Alemania, Reino Unido y España. Las ayudas se estaban prestando, supuestamente, a unos intereses muy por debajo al disponible en el mercado, lo cual iba en detrimento de Boeing, aerolínea estadounidense y principal competencia de Airbus. Estados Unidos reclamó. Era el año 2004.
De aquellos polvos, estos lodos. Los aranceles impuestos a centenares de productos europeos no son sino el acto de compensación que Trump se ha atribuido ahora que Estados Unidos tiene permiso para proceder, quince años después. Quince años de pleitos, comisiones, apelaciones, folios y folios de informes para que, al final, la OMC terminase por dar la razón a Washington, que había cifrado el daño en 10.200 millones de euros (posteriormente rebajados a los casi 6.900 actuales). Era mayo del año 2018. Trump dijo que se lo cobraría. Y vaya si se lo ha cobrado.
Aranceles a distintos componentes destinados a los aviones comerciales y a los propios aviones, pero, ya de paso, aranceles al queso gouda, al parmesano, al whisky escocés, y, así, hasta una lista de 1473 artículos que serán susceptibles de recibir aranceles, una vez se publique la lista definitiva el día 18 de octubre, que salvará a alguno de ellos para adaptarse al máximo de 6.842 millones de euros que que autoriza la OMC. Difícilmente el aceite o la aceituna estarán entre los indultados.
Trump ha usado la resolución como pretexto para iniciar una nueva guerra comercial, esta vez con Europa, que llevaba tiempo perpetrando. El sector agrícola ha pasado a ser el blanco principal, a pesar de que poca relación tenga con los hechos pasados que fundamentan las sanciones a Europa. Pero la ley legitima a Estados Unidos para aplicarse la compensación de la manera que le resulte oportuna. En España, el daño está cifrado en unos 1.000 millones de euros, y el golpe más importante se lo llevará Andalucía.
El sector del aceite de oliva va a ser el gran perjudicado de todo este asunto. El Fiab estima pérdidas de 425 millones de euros que, según los productores, supone "sacar a España del mercado del aceite de oliva", puesto que el arancel del 25% afecta, en exclusiva, el aceite de oliva español, el alemán y el británico, pero no el italiano ni el del resto de competidores. Un palo duro para un sector que había apostado muy fuerte por el mercado estadounidense y que estaba recogiendo los frutos en los últimos años. En 2018, España vendió 114.769 toneladas de aceite al gigante norteamericano, por un valor total de 428 millones de euros. El primer trimestre de 2019 empezó con un aumento de dichas exportaciones de casi un 50%, con respecto al periodo anterior. Ahora, esa buena tendencia entra en peligro por culpa de los vaivenes geopolíticos.