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El modelo del Olivar 4.0, basado en la transformación digital, la optimización de recursos y la mecanización, ayudará aumentar la sostenibilidad, la productividad y la rentabilidad de las empresas del sector. En este sentido, apoyar el futuro del negocio en ámbitos como el análisis de datos, la inteligencia artificial, el comercio online, el marketing digital, el machine learning, la digitalización, la ingeniería mecánica o la genética ayudará a detectar de forma más ágil oportunidades y riesgos, reinventar productos y servicios cuando sea necesario y adaptarse más rápidamente y con más facilidad a los cambios que se produzcan en el entorno y a las nuevas circunstancias regulatorias, materiales y productivas.
Ciertamente, en el sector oleícola, existe una necesidad real de mejora de los procesos productivos, a través de los avances tecnológicos y de las innovaciones en las TICs, pero todavía hay muchas empresas familiares que se resisten a transformar su modelo de negocio hacia el Olivar 4.0. Esto es algo que dificulta su avance y el aprovechamiento de los recursos internos y externos y, como consecuencia, no solo disminuye su competitividad, sino que también puede afectar a la continuidad de estas empresas familiares más conservadoras.
En este artículo intentaremos desgranar por qué algunas empresas familiares todavía no han dado el paso de apostar por la innovación, la transformación y la tecnología y qué pueden hacer para empezar y asegurar así su continuidad futura.
La pérdida del impulso emprendedor
Algunas de las principales reticencias de las familias empresarias a esta transición están relacionadas con el temor a la complejidad y al coste que puede suponer para la compañía. En particular, es especialmente relevante el tema económico: Innovar suele conllevar costes directos (inversiones, contratación de personal, etc.) y de canibalización, cuando un nuevo producto o servicio causa el declive o desaparición de otros anteriores.
También suele suceder que la generación saliente, al encontrarse en las puertas de la jubilación, tiende a ser más conservadora y deja de arriesgarse, por ejemplo, introduciendo cambios necesarios en la estructura de la compañía o en la tecnología usada. Aunque lo ideal sería perder ya desde las generaciones más tempranas de la familia el miedo al cambio y a introducir novedades en el negocio, cuando esto no haya sucedido, la generación sucesora, habitualmente más preparada y formada académicamente y profesionalmente, es la que tiene la oportunidad de transformar la empresa familiar y profesionalizarla. En aquellos casos en los que la nueva generación tampoco disponga de las competencias o conocimientos necesarios para avanzar hacia el modelo del Olivar 4.0, se debería valorar la opción de contratar a profesionales del sector, siguiendo criterios objetivos y con una política de recursos humanos definida.
La familia como freno (o como catalizador)
Por otro lado, la presión del día a día, las zonas de confort y el riesgo de acomodarse también hacen que la familia pierda el impulso innovador, especialmente si el negocio familiar tiene éxito. Asimismo, la tradición (“siempre lo hemos hecho así”), la voluntad de mantener la propiedad de la empresa familiar en manos de la familia y/o el hecho de que la propiedad se encuentre muy dispersa también son frenos que impiden el necesario proceso de transformación hacia el Olivar 4.0 en las empresas familiares.
Sin embargo, la experiencia nos demuestra que el respeto por la historia, los valores y la tradición de la empresa familiar no tienen por qué ser incompatibles con innovar, emprender y revolucionar. Sin duda, la visión a largo plazo, la experiencia en el sector y en el negocio que poseen los miembros de las empresas familiares son algunos puntos fuertes que pueden ayudarlas a hacer las cosas diferente. Además, el compromiso, la confianza y la rapidez en la toma de decisiones que caracterizan a las familias empresarias también son ventajas que se pueden aprovechar.
La difícil planificación del relevo generacional
Otro motivo que puede dificultar la transformación de las empresas familiares es el relevo generacional. Este es un momento especialmente sensible, e incluso podríamos decir que es una de las principales causas de desaparición de los negocios familiares, sobre todo cuando no se prepara y se deja a la improvisación. Lo mejor para la empresa y para la familia es empezar cuanto antes a preparar el relevo a la siguiente generación en la dirección del negocio, como futuros líderes y sucesores, y en la posesión del capital, como accionistas responsables, y buscando el consenso en un Protocolo familiar -o en unos Pactos de familia, en empresas familiares de menor tamaño-.
Esto permitirá que la familia tenga una visión compartida sobre el futuro del negocio y pueda prevenir problemáticas típicas como los conflictos emocionales, el nepotismo, los celos y las rivalidades familiares o la falta de confianza, que dificultan la transmisión de información en el seno de la empresa familiar y, por ende, no invitan a progresar como empresa. Esto es importante, puesto que cuando estos problemas hacen acto de presencia, las compañías se convierten en mucho menos atractivas para los profesionales externos, que son los que podrían aportar nuevas ideas y una nueva visión al negocio, y se hace más difícil la retención del talento interno.
Los problemas de continuidad
En muchos otros casos, el problema no es el relevo generacional, sino la falta del mismo. El sector oleícola tiene una gran parte de su población envejecida y bastantes familias temen que no haya continuidad, cosa que no fomenta que las empresas transformen su modelo o exploren nuevas formas de explotación o comercialización. Las razones de esta falta de continuidad son varias: puede deberse a la ausencia de sucesores por falta de interés, de vocación y/o de capacidades; por desencuentros y problemas familiares; o por motivos del ciclo de vida del negocio (que el negocio no se haya adaptado a los cambios o que no haya continuidad en el sector, por ejemplo).
Las cuestiones que hemos analizado en este artículo suponen obstáculos que las empresas familiares tienen que trabajar por superar, ya que no pueden permitirse el lujo de estancarse. Al igual que el resto de compañías, necesitan evolucionar y actualizarse para ser más eficientes, seguir creciendo y, a ser posible, ir un paso por delante de la competencia. Lo que está claro es que quedarse anclado en aquello que hasta ahora ha funcionado y dejar de innovar es algo que las empresas familiares no se pueden permitir, especialmente ahora que la evolución hacia el Olivar 4.0 de bien seguro supondrá una revolución para el sector al permitir producir con más calidad y menores costes y tener una trazabilidad total del producto, desde su cultivo hasta su envasado.
Este artículo de opinión se encuentra disponible para su lectura en el número 184 de Óleo.