El sector agroalimentario enfrenta desafíos sin precedentes: el aumento de los costes de producción, la escasez de recursos y los efectos del cambio climático están poniendo a prueba a los productores. Sin embargo, hay una luz al final del túnel: la Inteligencia Artificial (IA). Según un informe de IMARC Group, el mercado de la IA en la agricultura alcanzará los 10,1 mil millones de dólares para 2032, con una tasa de crecimiento anual del 20,51%.

Esta tecnología emergente no solo promete mejorar la sostenibilidad y reducir el consumo energético, sino también optimizar la cadena de suministro, abriendo nuevas oportunidades para un sector que necesita soluciones urgentes.

El auge de la IA en la agricultura

ERA Group, consultora experta en optimización de costes, subraya que la IA ya está revolucionando el sector agroalimentario. Herramientas como los drones inteligentes y los algoritmos de aprendizaje automático permiten a los agricultores tomar decisiones informadas y mejorar la eficiencia operativa. Desde detectar enfermedades en cultivos hasta optimizar el riego, la IA maximiza el uso de recursos, reduce el impacto ambiental y mejora la productividad.

Por ejemplo, la Universidad de Córdoba ha desarrollado un modelo que predice la demanda de agua con siete días de antelación, lo que ayuda a ahorrar recursos hídricos y reducir los costes energéticos. Este tipo de avances son cruciales en un momento en el que la crisis climática está obligando al sector a buscar alternativas más sostenibles.

Producción más verde y eficiente

La IA permite a los agricultores optimizar el uso de recursos críticos como el agua, fertilizantes y pesticidas. A través de datos recogidos por sensores y drones, los algoritmos analizan el estado de los cultivos y el suelo, ajustando automáticamente el uso de estos insumos. Esto no solo reduce los residuos, sino que minimiza el impacto ambiental.

Además, está facilitando la transparencia en la cadena de suministro gracias a tecnologías como blockchain, que permiten registrar y verificar cada paso del proceso de producción. Esto no solo ayuda a las empresas a cumplir con los objetivos de sostenibilidad, sino que también ofrece a los consumidores una mayor confianza en los alimentos que consumen.

Un ahorro sostenible

La eficiencia energética es otro de los grandes beneficios de la inteligencia artificial. En la producción de alimentos, la IA puede anticipar fallos en la maquinaria a través de mantenimiento predictivo, evitando costosas reparaciones y reduciendo el uso innecesario de energía. Asimismo, en las plantas de procesamiento, analiza los datos de producción para optimizar procesos como el calentamiento y la refrigeración, lo que garantiza que la energía solo se utilice cuando realmente es necesaria.

Optimización de la cadena de suministro

La IA también está transformando las cadenas de suministro agroalimentarias. Mientras que los métodos tradicionales se basaban en datos históricos para prever la demanda, los algoritmos de IA son capaces de analizar grandes cantidades de información, desde tendencias del mercado hasta condiciones meteorológicas, para hacer predicciones más precisas. Esto permite a las empresas ajustar su producción y distribución de manera más eficiente, evitando tanto el exceso de inventario como el desabastecimiento.

Además, puede optimizar las rutas de transporte, analizando factores como el tráfico o los precios del combustible, lo que reduce los costes logísticos y el consumo de combustible.

En palabras de Fernando Vázquez, socio consultor de ERA Group España, “la implantación de la IA no es solo una mejora tecnológica, sino un imperativo estratégico. Gracias a ella, las empresas agroalimentarias pueden sortear mejor la inestabilidad económica, mejorar su eficiencia operativa y alinearse con los objetivos de sostenibilidad”.