Revista
Octubre y noviembre son los meses de la recolección de la aceituna y la producción de aceite nuevo. Y los olivares se convierten en un atractivo irresistible para los turistas enogastronómicos, que participan en la recolección instagrameando sus gestas contribuyendo, junto a los temporeros, a que llegue a nuestras mesas el preciado aceite de oliva virgen extra de la cosecha 2022.
El mundo del AOVE está resultando cada vez más atractivo y no solo en términos de consumo sino también en términos de turismo. Y el potencial de este sector -gracias a su historia centenaria, la vinculación con el territorio y el paisaje, las propiedades beneficiosas del producto- aún aparece en gran parte sin expresar.
Las estructuras involucradas en el cultivo del olivo se están abriendo gradualmente a las experiencias turísticas. Organizan cursos de cata centrados en el producto de variedades únicas, crean balnearios donde el aceite de oliva virgen extra se convierte en la base de los tratamientos, involucran al visitante en la recolección y en las primeras etapas de transformación de la aceituna en aceite. Hasta la venta de pequeños lotes personalizados para el cliente final, donde aparecen en la etiqueta su nombre y apellidos así como, por supuesto, las referencias del fabricante. Estamos sólo al principio. El principal límite para el desarrollo del oleoturismo, sin embargo, está representado por el tamaño medio de la empresa y la fragmentación de la producción que caracteriza el sistema italiano.
Los datos sobre la actividad vinculada al oleoturismo en Italia, se recogen en el "Informe 2022 sobre el turismo gastronómico y enológico italiano", editado por Roberta Garibaldi y creado bajo los auspicios de la Asociación Italiana de Turismo Gastronómico y Enológico.
Actualmente, Italia cuenta, desde el punto de vista de la producción, con un gran potencial que también puede ser explotado desde el punto de vista turístico. Registra el mayor número de empresas con producción olivarera en Europa (646.326 en 2016), una riquísima biodiversidad (evidenciada por la presencia de 540 cultivares) y un elevado número de certificaciones (49, de las cuales 43 DOP y 6 IGP). Además, tiene la mayor incidencia entre los países considerados de superficie olivarera ecológica (17,8% del total). No obstante, somos el segundo productor europeo y no el primero porque España, principal competidor, tiene el récord mundial con más de 7 millones de toneladas de aceitunas cosechadas en 2016 frente a los poco más de dos millones de Italia.
Entre las regiones italianas, el liderazgo productivo pertenece a Puglia, con casi un tercio del número total de explotaciones vinculadas al sector, por delante de Calabria y Toscana. Un dato significativo es el de la tendencia 2019-2021 de empresas activas. Sobre la base de datos de InfoCamere-Unioncamere, en dos años el número de empresas dedicadas al cultivo de frutos oleaginosos ha aumentado en casi 2.500 unidades; solo en Puglia hay mil más (de 15.378 en 2019 a 16.385 a finales de año 2021). La extrema fragmentación de la producción italiana de aceite de oliva surge del número de almazaras, los principales actores de la cadena de suministro.
Se trata de empresas que elaboran distintos tipos de aceite -de forma similar a lo que sucede en las bodegas de uva- y que, en algunos casos, también cuentan con plantas de embotellado. Los datos de Ismea indican la presencia de 4.545 almazaras activas y Puglia ostenta, también en este caso, el récord nacional, con 819 empresas activas (18% del total); por delante de Calabria (15%) y Sicilia (12%)