Revista
Un equipo de investigación del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (IRNAS-CSIC) aplican dos abonos que aumentan la captura de CO2 en el suelo del olivar de secano. En concreto, los expertos trabajan con dos enmiendas orgánicas, una de restos de poda, leguminosas y alperujo, y otra con restos de poda y lodos de depuradora (biosólidos). Además, comprobaron que este segundo biofertilizante incrementaba hasta un 50% el secuestro de carbono, gas de efecto invernadero que, junto a otras emisiones liberadas en la atmósfera, produce el cambio climático.
El estudio, publicado en la revista científica Catena bajo el título “Soil management and compost amendment are the main drivers of carbon sequestration in rainfed olive trees agroecosystems: An evaluation of chemical and biological markers”, se muestra el procedimiento de medición de estos abonos, mediante técnicas analíticas, que duran más de dos años en la tierra tras su aplicación, evitaban la emisión de este gas efecto invernadero a la atmósfera. Además, estas enmiendas orgánicas contenían otros nutrientes como nitrógeno, fósforo y potasio, que favorecían al olivo y su producción.
El dióxido de carbono (CO2 ) es un gas efecto invernadero perjudicial para la atmósfera. Sin embargo, el cultivo del olivo de secano (que solo se riegan de forma natural con la lluvia) capta esta emisión a través de masa arbórea y la cubierta vegetal que rodea los olivos. Los biofertilizantes aportan la materia orgánica y los minerales de los que se alimentan los microorganismos beneficiosos que habitan en el suelo, en contacto con las raíces. Asimismo, estas aportan los nutrientes que la planta necesita para vivir y la protegen de agentes patógenos.
Metodología de trabajo
Con este objetivo, se utilizó resonancia magnética nuclear de estado sólido para rastrear la evolución de la composición química de la materia orgánica derivada del compost y del suelo. Sucesivamente, la actividad de la comunidad microbiana del suelo después de la adición del compost fue monitoreada midiendo dos actividades enzimáticas (β-glucosidasa y deshidrogenasa) y el CO2 del suelo. Por último, la adaptación de las comunidades microbianas se cuantificó utilizando los genes que codifican las enzimas del suelo asociadas con la glucosidasa cíclica C y las oxidasas multicobre similares a las lacasas.
Los resultados de este estudio muestran que el compost biosólido tiene un mayor potencial de almacenamiento de C a mediano plazo (24 a 30 meses después de la primera aplicación) que el compost de alperujo, produciendo hasta un 50 % de captura neta de C en la capa superior del suelo además del compost. derivado C aplicado. Los investigadores atribuyeron estos resultados a la composición química del compost biosólido, más cercana a la de la materia orgánica nativa, lo que condujo a una adaptación menos abrupta del funcionamiento microbiano del suelo (menores descargas de C soluble en agua, menor número de copias de genes que codifican actividades enzimáticas) a la nueva fuente de C, si se compara con el compost de alperujo.