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El sector oleícola ha llevado a cabo una importante labor de reconversión no sólo en aspectos como la mecanización en la recolección, las mejoras en almazaras y el proceso de prensado y envasado, así como de comercialización, sino también en otros ámbitos como el del reciclado de los restos de poda y COAG-Jaén quiere reivindicarlo.
Durante las últimas semanas, los agricultores de la provincia están procediendo a la poda del olivar, que asegura su buen funcionamiento y productividad para las siguientes campañas. Tradicionalmente, los restos de esta práctica se quemaban en el campo, circunstancia que ha ido cambiando notablemente con el transcurso de los años y la mayor concienciación ambiental por parte del olivarero.
“Se ha producido una importante evolución en el sector del olivar y el agricultor está apostando cada vez más por prácticas medioambientalmente positivas”, apunta el secretario general de COAG-Jaén, Juan Luis Ávila. Tanto es así, que la quema de “ramón” es una práctica que poco a poco está desapareciendo en las explotaciones agrícolas, dando paso al picado de los restos de la poda. El producto se incorpora después al suelo, con lo que además se reutiliza como abono natural.
“El olivarero ha hecho un importante esfuerzo económico en los últimos años por encontrarse a la vanguardia de los últimos avances agrícola”, explica Ávila. Avances que se han podido comprobar en una mejora de la calidad del producto al reducir el tiempo de recolección y de almacenaje antes de la extracción del aceite del fruto, en un salto cualitativo de gran envergadura en su envasado y también en la comercialización, como se puede comprobar en las últimas cifras de ventas y exportaciones. Este progreso llega ahora a áreas como el cuidado medioambiental y el reciclado de los restos de poda del olivar, práctica a la que cada vez recurren más los olivareros en su concienciación sobre la necesidad de salvaguardar el medio ambiente.
Por otra parte, la Coordinadora informa que, según Orden de la Junta de Andalucía, los restos de poda de olivar que no se hayan eliminado en la explotación agraria –bien por medio de la quema o del picado- deben ser conservados desde el 1 de mayo y hasta el mes de noviembre en espacios herméticamente cerrados. El motivo de tal obligación es evitar la propagación del barrenillo.