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Tras el análisis de los datos de la AICA sobre la evolución de la campaña oleícola, a 31 de diciembre de 2017, Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía valora positivamente la comercialización durante el primer trimestre, período en el que han salido al mercado más de 307.000 toneladas de aceite de oliva, lo que supone haber agotado las 305.000 toneladas de enlace con la anterior.
Desde la federación se ha venido sosteniendo que la cifra sería “muy justa” para hacer frente a la comercialización en la campaña 2017-2018, habida cuenta de la merma de producción prevista, una valoración que se confirma. De hecho, el incio de está campaña es muy similar al de la 2015-2016, en la que las salidas hasta diciembre sumaron 306.000 toneladas, totalizándose a final de la misma unas ventas de 1.370.500 toneladas de aceite de oliva.
Si bien es cierto que en aquella se produjeron algo más de 1.400.000 toneladas en España, 1.122.724 en Andalucía, la previsión para el conjunto nacional se sitúa en 1.106.000 para la actual, según el aforo de la Junta de Andalucía. Si a esto sumamos que la media de salidas en las últimas seis campañas es de 1.386.917, el resultado es que que la suma de producción y enlace en la 2017-2018, suponen unas disponibilidades “extremadamente ajustadas” para satisfacer los niveles de demanda.
Por otra parte, en cuanto a producción andaluza se refiere, los datos de la AICA reflejan que sólo se han obtenido 430.423 toneladas de aceite de oliva en el primer trimestre de campaña, esto es, menos del 50% de las 884.900 toneladas estimadas en la región.
Las cifras son especialmente alarmantes en Jaén donde, cuando debería haberse superado el ecuador de la recolección, sólo se contabilizan hasta la fecha 144.921 toneladas de producto, poco más del 40% de la cantidad aforada. Córdoba, con 111.024 toneladas, también queda lejos de las 243.700 que se estimaron para este ejercicio. La única provincia que parece marchar a buen ritmo es Sevilla, donde se registran 77.750 toneladas, de las 103.700 que se esperan para este año.
Según subraya el presidente del Consejo Sectorial de Aceite de Oliva de Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía, Cristóbal Gallego Martínez, existen cooperativas y municipios en Jaén donde están recogiendo el 50% y el 40% menos que el año pasado, con pocas perspectivas de mejorar los datos existentes.
“Lo que pone de manifiesto esta situación es lo que ya veníamos anunciando desde la federación y son los efectos del estrés hídrico al que están sometidos los olivares tras varios años de sequía, pues es preciso recordar que el 68% del olivar andaluz es de secano, buena parte de la superficie total tiene riego deficitario y el cultivo depende, por tanto, de las condiciones meteorológicas, que en los últimos ejercicios están siendo especialmente adversas”, explica el representante sectorial.
En consecuencia, Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía insiste en que el desarrollo de la campaña actual pone de manifiesto la necesidad de dotar a la región de un plan hídrico urgente que contemple, entre otras medidas, infraestructuras de riego que permitan la conversión al regadío y rentabilizar las producciones, pues como señala Cristóbal Gallego Martínez, “apostar por el agua es la mejor política de desarrollo rural que se puede realizar, con un efecto multiplicador en la generación de riqueza y empleo en la comunidad”.
A su vez, el responsable sectorial insta nuevamente a la Administración a permitir la activación del mecanismo de autorregulación de la oferta, una medida recogida en los artículos 209 y 210 del Reglamento 1308/2013 de la Organización Común de Mercados (OCM), para que el sector pueda acomodar la oferta a la demanda, entre campañas, todo ello a través de las organizaciones de productores y sus asociaciones en el sector.
“Su activación beneficiaría tanto a productores como a los propios consumidores, los cuales contarían con un mecanismo de protección ante la variabilidad que caracteriza las campañas oleícolas tanto en producción como en precio”, recuerda Cristóbal Gallego.
En definitiva, una medida ya prevista por la reglamentación comunitaria, que reduciría la incertidumbre en un sector tan dependiente de la evolución meteorológica, la vecería del olivo y las producciones limitadas a nivel mundial.