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Un total de 69 investigadoras y técnicas participan desde hace algo más de un año en Diverfarming, el proyecto sobre diversificación de cultivos financiado por el programa Horizonte 2020 de la Comisión Europea. La cifra, que supone el 47 por ciento del equipo del proyecto, es la prueba de la apuesta de Diverfarming por la igualdad de género y la feminización del sector agrícola. La lista de mujeres en Diverfaming está liderada por Marina Giménez de la Oficina de Proyectos Internacionales de Universidad Politécnica de Cartagena, directora de gestión (Project Manager) del mismo.
Las mujeres lideran mayoritariamente la coordinación territorial del proyecto. Así, Beatriz Lozano, investigadora de la Universidad de Córdoba, coordina los trabajos de la región Mediterráneo Sur; Alessandra Trinchera, del Consejo de Investigación en agricultura y análisis de la Economía Agraria – CREA (Italia), el Mediterráneo Norte, y Kriistina Regina del Instituto Luke (Finlandia), la región Boreal y Violette Geissen de la Universidad de Wageningen (Países Bajos). Mientras, el liderazgo de los terrenos y fincas experimentales y el de los paquetes de trabajo que analizan los diferentes aspectos que engloba el proyecto están repartidos en un 50 por ciento. Como líder de uno de esos paquetes de trabajo, concretamente el de comunicación y difusión del proyecto, aparece Elena Lázaro, coordinadora técnica de la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación de la Universidad de Córdoba. Esta paridad dentro del núcleo del proyecto se complementa con medidas que van desde el impulso de actividades de capacitación dirigidas a mujeres o el estímulo de la participación de mujeres granjeras, técnicas o trabajadoras del sector en la red de “Comunidades de agricultores y agricultoras” que pondrán en marcha las prácticas de diversificación de cultivos. Diverfarming, con la puesta en práctica de este modelo, se convierte en ejemplo a la hora de feminizar el sector agrícola en un momento en el que, a pesar del progreso experimentado en los últimos años, la situación de la mujer en el plano laboral y económico sigue determinada por la desigualdad.
La diferencia salarial entre hombres y mujeres, la escasez de mujeres en altos cargos y la mayor tasa de desempleo femenino frente al desempleo masculino son problemas que se reflejan en el sector agrícola europeo, donde destaca la baja titularidad de las explotaciones agrícolas por parte de mujeres que se traduce en la permanencia de las mismas en el plano asalariado frente a la masculinización del empresariado rural. La necesidad de revertir esta situación hasta conseguir un escenario de igualdad es lo que lleva a la Unión Europea y a Diverfarming a incluir la igualdad de género como principio básico a garantizar.
Las medidas llevadas a cabo en el proyecto, que luego se evaluarán en un informe final sobre género, buscan que este modelo de paridad se traslade a la sociedad, donde todavía perdura el desequilibrio como se puede observar en las diferencias entre cargos en instituciones o empresas agrícolas que se integran en el proyecto, donde todavía las mujeres siguen ocupando puestos de administración u operarias de fabrica en mayor medida, quedando infrarrepresentadas en los puestos de poder. La dinamización de la economía de las zonas rurales que trae aparejada la diversificación de cultivos ayuda a la creación de empleo y al anclaje de las poblaciones a estas zonas, lo que implica también una revitalización del empleo femenino y una sociedad más igualitaria.