Revista
Por Miguel Ángel Martínez Ruiz. Técnico del Centro Andaluz de Emprendimiento de Andalucía Emprende en Jódar (Jaén)
El término "emprendimiento" forma parte de nuestro vocabulario y de nuestra forma de entender el nuevo entramado empresarial de nuestro país. En estos momentos, en esta etapa post-crisis se ha podido comprobar la necesidad de ofrecer apoyos a todos aquellos/as que identifican una oportunidad de negocio o de mejora social, generalmente innovadora y que asume todas las estrategias para llevarla a cabo. El campo, el sector oleícola es uno más donde las ideas y las nuevas formas de hacer están surgiendo, y Andalucía Emprende se convierte en el instrumento de apoyo a todos aquellos interesados en "innovar" para evolucionar hacia un modelo de sociedad más sano.
El olivar andaluz se enfrenta en la actualidad a uno de los mayores retos de las últimas décadas: la rentabilidad de las explotaciones. Los notables esfuerzos realizados por el sector, como han sido la transformación de secano a regadío, la gestión integrada de plagas, el aumento de la mecanización en algunas operaciones de cultivo o la mejora en la comercialización del aceite, no han sido suficientes para garantizar su rentabilidad. Si a esto le sumamos el envejecimiento y el desequilibrio demográfico existentes en el medio rural, que producen un escaso relevo generacional en las explotaciones olivareras, el reto es aún mayor.
En ese contexto, Andalucía Emprende, como instrumento del Gobierno andaluz destinado a fomentar la cultura y la actividad emprendedora y empresarial, mediante la prestación de un servicio integral de apoyo al emprendimiento, al trabajo autónomo y a la consolidación de empresas, ha apoyado a los productores olivareros en las estrategias que han seguido, bien para reducir costes o bien para añadir valor y diferenciación a su producto. Los mayores esfuerzos se han concentrado, por un lado, en ayudarles en la búsqueda de vías de financiación, tanto pública como privada, para poder acometer las inversiones en equipos y maquinaria que han permitido el aumento de la mecanización de las explotaciones y, en segundo lugar, en una labor de información y difusión de iniciativas que permiten la reducción de costes, como es el caso del uso de tecnología de precisión aplicada al cultivo del olivo, la búsqueda de fórmulas de cooperación entre olivicultores que reduzcan los problemas de rentabilidad por el escaso tamaño de sus parcelas o la racionalización de la gestión empresarial mediante acciones formativas dirigidas a jóvenes que se van a incorporar a la actividad olivarera.
Puede leer el artículo completo en el número 177 de Oleo Revista.