Desde mi punto de vista aún estamos en plena pandemia de la Covid-19, aunque si tenemos que destacar que hemos pasado por diferentes fases, pero lo más importante es que nos ha cambiado la vida, desde una forma de relacionarnos, trabajar, pensar o simple consumir los productos de la cesta de la compra.

La crisis desatada por la Covid-19 ha puesto de manifiesto el carácter estratégico del sector agroalimentario, dada su importancia para asegurar el abastecimiento de alimentos y bebidas de la población. No hay que olvidar que en la cesta de la compra de los españoles, los alimentos y bebidas suponen el 19,7% del total, 3 puntos más que en la media de la UE-28. Además, el peso que este sector tiene en el PIB y empleo de la economía española (9,1% y 11,8%, respectivamente), y también su elevada aportación a la balanza de pagos con un superávit en 2019 de 14.447 millones de euros, son la mejor carta de presentación para justificar por qué es un sector a proteger e incentivar en la economía española.

Tener la cesta de la compra asegurada para el consumidor, nos ha puesto a la altura de profesionales como médicos, enfermeros, o miembros de la seguridad del estado.

La población se ha dado cuenta del “valor del agricultor”, “del ganadero” y lo necesario que son en el organigrama productivo del país, con un resultado positivo en la cadena de valor de nuestros grandes productores.

El sector agroalimentario y su transformación

España es la cuarta potencia europea al concentrar el 9,5% del total de exportaciones del sector europeo. Y en el terreno nacional, es uno de los principales puntales del sector exterior de nuestra economía, ya que sus exportaciones suponen el 17,6% del total de bienes exportados por España, aportando un saldo positivo de 14.477 millones de euros a la balanza comercial. Esos 52.530 millones de exportaciones y los 14.477 millones de euros de superávit en 2019 son máximos históricos. Por su importancia cuantitativa destacan las exportaciones de frutas, carnes y legumbres.

Las empresas agroalimentarias se han tenido que adaptar a marchas forzadas ante esta nueva situación, donde los departamentos de calidad han jugado un papel fundamental para la seguridad alimentaria y la inocuidad de los alimentos.

Muchas son las certificadoras que se ha puesto manos a la obra para implantar Certificación Agrocovid-19, como es Sociedad Hispana de Certificación, S.A. (SOHISCERT), organismo de certificación de actividades agroalimentarias y referencia en el sector, que junto a las consultoras como ha sido el caso del nuestro Mg Talent, Consultoría Estratégica de empresas agroalimentarias, desarrollan la certificación externa AgroCovid-19, las principales medidas han sido de distancia social, desinfección, controles higiénicos o de toma de temperatura se aplican tanto a trabajadores como a visitas externas, transportistas, muelles de carga o recepción de materiales. Se desarrollaron igualmente planes de formación, medidas de reorganización y planes de contingencia previstos para anticipar acopio de mercancía y evitar problemas de servicio, para hacer empresas saludables y libres de Covid-19.

Una crisis convertida en desafío

El Covid-19 supone un serio desafío para el sector agroalimentario, tanto por los efectos que está teniendo por el lado de la demanda (con caída de algunos productos cuyo consumo está muy concentrado en el sector Horeca, (hoteles, restaurantes y cafeterías) como de oferta (con problemas de disponibilidad de mano de obra con motivo de las zonas de confinamiento y las restricciones a la movilidad, las exigencias sanitarias y las restricciones en el transporte). De hecho, los datos disponibles de los meses de pandemia en 2020 muestran una caída de la producción en la industria agroalimentaria, aunque menor a la del total de la industria.

Es evidente que la Covid-19 es un gran desafío pero también una oportunidad en donde en la adaptación a los nuevos cambios y hábitos van a surgir nichos de negocio. Así, la creciente preocupación por la salud, el medio ambiente y la seguridad crea oportunidades en forma de nuevos productos. Pero para atender esa demanda, es fundamental invertir en investigación, desarrollo e innovación, así como en diseño, que es una de las debilidades del sector en comparación con el europeo. Así, los datos más recientes muestran que destina el 0,54% del valor que genera a I+D, frente al 0,69% de la media de países de la UE-28.

La competitividad necesaria para el sector

Para ser aún más competitivos, además de invertir en I+D+i, es necesario: aumentar la dimensión de las empresas (el 80% de las empresas del sector de la industria agroalimentaria son sin asalariados y microempresas, es decir de menos de 10 empleados); modernizar las estructuras productivas; aprovechar las ventajas de la digitalización en toda la cadena de valor. Este último aspecto no solo afecta al sector sino a toda la economía, como demuestra el hecho de que la digitalización es uno de los objetivos del fondo europeo de recuperación. Por tanto, el sector agroalimentario español no puede ni debe perder la oportunidad que brinda este cuantioso fondo europeo para mejorar aún más su competitividad, pero siempre que vaya acompañado de una estabilidad política que desde Europa ven con muy malos modos todo lo que está sucediendo, es importante para tener prestigio y no perder la MARCA ESPAÑA en el SECTOR AGROALIMENTARIO.

Contenido publicado en el número 182 de Óleo.