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El sector del aceite de oliva enfrenta una situación crítica tras sucesivas caídas del precio en origen desde noviembre de 2024. A pesar de un inicio de 2025 marcado por un cambio de tendencia en las cotizaciones, el mercado sigue tensionado debido a la escasa disponibilidad de producto y los altos costos de producción.
Un mercado desestabilizado por factores externos
Con el inicio de la nueva cosecha, el precio del aceite de oliva sufrió una caída abrupta e inexplicable. Esta situación estuvo influenciada por la decisión de algunos agricultores ajenos a cooperativas de vender su producción anticipadamente, generando un exceso de oferta. Además, la rápida comercialización del aceite de Portugal y las importaciones de otros países intensificaron el descenso de precios, que llegó a superar el 50%, situándose cerca del umbral de rentabilidad para muchas explotaciones, especialmente las de secano.
Ante este panorama, las cooperativas optaron por la responsabilidad y la prudencia en la comercialización del producto, evitando prácticas que presionaran aún más a la baja un mercado ya de por sí debilitado. Gracias a esta estrategia, en marzo de 2025 los precios en origen son de 4,40 €/kg para el aceite de oliva virgen extra, 3,90 €/kg para el virgen y 3,37 €/kg para el lampante. Sin embargo, estos valores representan una reducción drástica respecto al mismo período del año anterior, cuando el precio superaba los 9 €/kg.
Más allá del precio: la necesidad de revalorizar el aceite de oliva virgen extra
Después de dos años de precios elevados, el sector debe realizar un esfuerzo pedagógico para que los consumidores comprendan la diferencia entre el aceite de oliva virgen extra y otros tipos de aceite. Aunque pueden usarse de manera similar, no son equivalentes en términos de calidad, sabor, beneficios para la salud y sostenibilidad.
En los últimos meses, los consumidores han pagado entre 8 y 10 €/kg por el virgen extra debido a su escasez. Sin embargo, a pesar de la caída de precios actual, es fundamental evitar la banalización de este producto único. Es necesario mejorar la comunicación con el consumidor, crear una cultura de reconocimiento y otorgar al aceite de oliva virgen extra el valor que realmente merece.
La producción sigue en mínimos históricos
Según los últimos datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), en los primeros cuatro meses de campaña se han producido 1.235.000 toneladas de aceite de oliva en España. En Cataluña, la producción apenas alcanza las 14.850 toneladas, una cifra similar a la de la campaña 2022/2023. De esta cantidad, 8.270 toneladas provienen de Lérida y 5.464 de Tarragona.
Se confirma así la previsión de la Federación de Cooperativas Agrarias de Cataluña (FCAC): por segunda vez en tres campañas, la producción no supera la mitad de la media histórica. Desde 2022, la falta de sistemas de riego de apoyo ha agravado la crisis en las explotaciones de secano, evidenciando la necesidad urgente de modernizar infraestructuras y desarrollar estrategias de planificación hídrica que garanticen el futuro del sector.
Según Antoni Galceran, responsable de aceite de oliva de la FCAC, "es necesario comunicar mejor al consumidor, crear cultura y mejorar el reconocimiento del aceite de oliva virgen extra. Solo así podremos garantizar que se valore un producto tan único como el nuestro, sano, sostenible y de gran calidad".