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Los suelos agrícolas juegan un papel fundamental contra el cambio climático al favorecer el secuestro del carbono y la sostenibilidad de los agroecosistemas. Sin embargo, y debido a manejos tradicionales, muchos suelos de los olivares de la zona mediterránea presentan un alto nivel de degradación con pérdida de fertilidad y productividad, alto nivel de erosión o poca capacidad de retener agua.
Un estudio, desarrollado dentro del proyecto europeo Diverfarming, ha comprobado que las cubiertas vegetales mejoran la calidad de los suelos al aumentar el contenido de materia orgánica en los mismos (y así aumentar el secuestro del carbono), mejorar la estructura (con lo que mejora la capacidad de retención de agua) y disminuir la erosión.
Para ello, el equipo de investigación SUMAS del Departamento de Química Agrícola, Edafología y Microbiología de la UCO que dirigen los profesores Luis Parras y Beatriz Lozano aplicó en olivares de Torredelcampo (Jaén) la diversificación de cultivos, esto es, la inclusión entre las calles del olivar de cultivos alternativos como la lavanda, el azafrán o la avena y la veza en rotación. Frente al manejo convencional, que remueve la capa superficial del suelo y aplica herbicidas y fertilizantes de origen químico, y frente al no laboreo con herbicidas, que lo mantiene completamente desnudo, la diversificación se presenta como una práctica que mejora la calidad del suelo.
Pero esa mejora “no es solo por la diversificación, sino también por la cobertura y la cubierta que genera”, explica Manuel González-Rosado, investigador de la UCO que ha participado en el estudio. “Para el equipo era esencial mantener el suelo del olivar cubierto con cultivos que luego generasen residuos orgánicos duraderos. Al final, lo interesante es generar cubiertas que cubran las calles del olivar y que eviten el gran problema de los olivares andaluces, que es la pérdida de suelo por erosión y escorrentía”, añade.