Revista
Por Elisa Gredilla, jefa del departamento Agroalimentario y BPL de ENAC
Desde que, en 1992, se comenzó a regular a nivel europeo la agricultura ecológica, este sistema de cultivo ha ido ganando cada vez más peso en el panorama agrario internacional. Sin ir más lejos, en la Unión Europea el sector agroecológico ha crecido un 125% en los últimos diez años. Según el Eurostat, la producción ecológica española supone cerca de un 17% de toda la producción comunitaria, ocupando el primer lugar en superficie de la UE y el cuarto mundial. España no solo está a la cabeza de Europa en cuanto a hectáreas de producto ecológico se refiere, sino también en materia de entidades de certificación acreditadas para controlar este tipo de producción (19 entidades en julio de 2019). Estas entidades se encargan de comprobar que las actividades de agricultura ecológica se llevan a cabo cumpliendo los requisitos legales establecidos en la reglamentación europea y nacional.
Pero, para que la certificación pueda desplegar todas sus ventajas, es imprescindible que la entidad de certificación que presta el servicio sea percibida como una organización técnicamente competente, independiente y fiable por todos aquellos que han de confiar en la veracidad y valor de sus certificados. Y es aquí donde entra en juego la acreditación, ya que solo las entidades de certificación acreditadas han demostrado a una tercera parte independiente, en el caso de España ENAC (la Entidad Nacional de Acreditación), su competencia e imparcialidad para prestar el servicio de certificación.
Las entidades acreditadas por ENAC se han convertido, por tanto, en una herramienta utilizada por la Administración tanto a nivel europeo como nacional para garantizar el control de la producción ecológica, puesto que la acreditación aporta a una garantía de seguridad que repercute en el mercado y en el consumidor final.
Puede leer el estudio completo en el número 177 de Oleo Revista.