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La demanda externa será el motor que impulse la recuperación económica tras la recesión que aguarda con motivo de la crisis del Covid-19. Al igual que ya sucedió tras la crisis financiera de 2008, la contribución positiva de la demanda externa será la que sostenga el PIB ante el balance negativo de la demanda interna. Son las conclusiones a las que llega el profesor Enrique Fajul, en un artículo publicado en el blog del Real Instituto Elcano.
La apuesta por la internacionalización puede emerger como bote salvavidas para muchas empresas necesitadas de encontrar salida a su stock. Sin embargo, el reto se enfrentará a múltiples incertidumbres ante un contexto internacional más complicado que el de 2008. El FMI ha apuntado que la recesión va a ser especialmente acusada en los países avanzados, con caídas del PIB de hasta el 6,1%, por lo que encontrar marcos de inversión va a ser cada vez más complicado. El OMC traduce en datos dicho contexto: el comercio internacional caerá entre el 13 y el 32%.
Fajul alude en su artículo a algunas voces que apuntan a los cambios que la actual crisis puede ocasionar sobre al estructura de la globalización, impulsando el proceso de desglobalización que se lleva percibiendo en una parte de la opinión pública desde hace algunos años. Si algo ha dejado a la vista esta crisis sanitaria es el peligro que conlleva depender, en tus industrias estratégicas, de suministros procedentes de localizaciones geográficas alejadas. La vuelta de las industrias a sus regiones de origen, en el marco de la Unión Europea, podría ser otro ingrediente que añada complejidad al nuevo paradigma económico.
Con todo, y a pesar de la crisis, las instituciones públicas y privadas que operan en actividades de internacionalización han seguido funcionando y actuando con normalidad, aprobando operaciones y estableciendo líneas de cobertura para afrontar las situaciones creadas por el Covid-19. En ese sentido, el profesor del Real Instituto Elcano apunta a algunos instrumentos que, de cara al contexto futuro, podrían ayudar a las empresas a impulsar su internacionalización: una mayor flexibilidad en los instrumentos de apoyo a la internacionalización, la estabilidad del marco regulatorio, la mejora de la burocracia y la agilidad del sistema judicial. A partir de estas herramientas, y ofreciendo un discurso que contribuya a crear una imagen favorable cara a las inversiones extranjeras -concluye Fanjul-, será posible salir adelante en los próximos años.