Revista
Texto introductorio: por Angjelina Belaj, Lorenzo Léon y Raúl de la Rosa. IFAPA, Centro Alameda del Obispo, Córdoba
El olivo se caracteriza por un gran patrimonio varietal, que ha permanecido prácticamente intacto durante siglos ayudado por la longevidad de la especie y su gran capacidad de supervivencia. A lo largo de la historia del cultivo, los agricultores han seleccionado una gran cantidad de variedades de olivo buscando que estuvieran adaptadas a las diferentes zonas de cultivo y tuvieran alta productividad, gran tamaño de fruto y alto contenido de aceite. De esta manera, cada región y cada país de la Cuenca Mediterránea, cuenta con un “mosaico” de variedades tradicionales que están confinadas alrededor de su zona de origen. Actualmente, han sido catalogadas alrededor de 1200 variedades en los principales países olivareros, entre ellas al menos 275 en España.
A pesar de la riqueza genética disponible, las nuevas plantaciones de olivo tienden a una escasa diversificación varietal, con una utilización exclusiva de aquellas variedades más productivas de mayor rendimiento graso, mayor precocidad, y mejor adaptabilidad a la mecanización. En España y especialmente en Andalucía se refleja perfectamente esta situación ya que un número muy reducido de variedades como ‘Picual’, ‘Hojiblanca’, ‘Arbequina’ y ‘Arbosana’. dominan los nuevos olivares. Esta clara evolución hacía el abandono de las variedades locales y autóctonas está provocando una pérdida irreversible de variedades tradicionales poco difundidas. Sin embargo, estas variedades tradicionales podrían ser una fuente de diversidad muy útil ante nuevos e imprevistos cambios climáticos, nuevas enfermedades o plagas (como el caso reciente de Xylella fastidiosa) y pueden contribuir a solucionar problemas con los que el olivar se enfrente en el futuro pero que hoy todavía desconocemos.
Colecciones vivas
Para evitar esta pérdida de biodiversidad, al ser una especie de propagación vegetativa, el patrimonio varietal del olivo se conserva en colecciones vivas de campo también llamadas bancos de germoplasma. En este sentido, desde su creación en 1970 en un proyecto conjunto INIA-FAO y con el apoyo del Consejo Oleícola Internacional (COI), el Banco de Germoplasma Mundial de Olivo (BGMO), ubicado en el Centro IFAPA “Alameda del Obispo” de Córdoba ha jugado un papel importante en la salvaguarda del patrimonio genético de olivo. Es el Banco Nacional de referencia para olivo y forma parte de la Red Internacional de Bancos de Germoplasma establecida y coordinada por el COI por la que es reconocido como el primer Banco Internacional de Referencia de esta especie. Actualmente, esta colección mantiene en el campo alrededor de 1100 accesiones procedentes de 29 países de la Cuenca Mediterránea y de otras zonas donde ha habido cierta tradición olivarera como Sudamérica. Además, trabajos más recientes en Andalucía y en otras partes de España, como Aragón, Cataluña y la Rioja han evidenciado la existencia de variedades locales desconocidas y ausentes en el BGMO. Estas variedades se encuentran en zonas marginales y con grave riesgo de desaparecer. Por todo ello en los últimos años se están haciendo grandes esfuerzos para la recuperación y conservación de este patrimonio genético de olivo a nivel andaluz y nacional.
Recuperar y conservar el patrimonio genético
En el escenario de la globalización actual, creemos que la conservación en el BGMO de todo el germoplasma local, nacional y mundial no sólo contribuye para la salvaguarda del valiosísimo legado de biodiversidad de las generaciones anteriores, sino también al mantenimiento de una reserva genética que es estratégica para el futuro del cultivo.
En olivo existen numerosos casos de confusión de las denominaciones varietales como es el caso de la variedad ‘Picual’ que se ha encontrado con casi 50 denominaciones diferentes (sinonimias), o por el contrario la existencia de 25 variedades diferentes (homonimias) denominadas “Manzanilla”. Otro aspecto para tener en cuenta es que, desde el inicio del cultivo en el Oriente Medio muchas de las variedades de interés agronómico han ido expandiéndose por ambas orillas del Mediterráneo de un país al otro, muchas veces “bautizándolas” con otros nombres y dando lugar a las sinonimias antes mencionadas. Por ello, la realización de un sistemático trabajo de identificación varietal es una tarea muy importante en olivo. Actualmente en el BGMO se están empleando nuevos marcadores moleculares (EST-SNPs) que permitan una identificación en gran escala del BGMO en base al análisis del ADN.
Además de su principal tarea de preservar el gran patrimonio genético de la especie, otro objetivo importante del BGMO es el estudio de la diversidad genética y agronómica de la especie. A este respecto las variedades del BGMO han sido evaluadas para características muy diversas como el vigor, la floración, la resistencia a plagas y enfermedades, características de fruto, contenido y composición del aceite, etc. Para todos los caracteres evaluados se ha observado una gran variabilidad genética, la cual ha permitido la identificación de una serie de variedades de interés por su resistencia a Verticilosis (‘Frantoio’ ‘Changlot Real’ y ‘Empeltre’) a aceituna jabonosa (‘Azul’, ‘Racimal de Jaén’, ‘Pequeña de Casa Ibañez), su alto contenido en vitamina E (‘Llumeta’, ‘Kerkiras’ y ‘Dokkar’) y sus características organolépticas (‘Datilero’, ‘Racimal de Jaén’, ‘Itrana’) etc. Recientemente, se está trabajando para determinar en Mallorca (Islas Baleares) y en Italia el nivel de resistencia a Xylella fastidiosa de 77 variedades procedentes de BGMO. Estos estudios representan el primer paso para determinar cuáles podrían ser de interés para su uso como parentales en cruzamientos dirigidos o para comprobar si su cultivo sería adecuado y rentable en determinadas condiciones medioambientales.
Tiene disponible el reportaje completo en el nº 180-181 de Óleo.