Revista
La campaña 2020/2021 sufrirá un periodo de colapso y paralización total del sector productor. Es lo que apunta el consultor Juan Vilar en las conclusiones de su estudio "El sector de procesado de alpeorujo. Posibilidad inminente de una ruptura de flujo". En su estudio, el experto pone de manifiesto el desequilibrio existente entre los distintos eslabones que componen el sector de elaboración del aceite de olivo, que podrían provocar "una ruptura de flujo durante la próxima campaña".
La mentada "ruptura de flujo" se definiría como una parada involuntaria, general o parcial, en el procesado de alpeorujo, que se ocasionaría por la falta de capacidad de este eslabón, o bien por el exceso de volumen de producto desalojado y experimentado en eslabones anteriores, como podría ser el sector almazerero o de recolección de aceituna. Dicho riesgo de colapso, apunta el consultor, se ha ido fraguando de forma gradual durante las dos últimas décadas, en las cuales el olivar español ha crecido en superficie, capacidad y desarrollo de los sistemas de recolección en campo, así como la capacidad de molturación, mientras que el volumen de recepción y la capacidad de procesado en el ámbito de tratamiento de alpeorujo no ha evolucionado de la misma manera, hallándose aquí el desequilibrio que forzaría un parón de del ritmo productivo.
Entrando en un mayor lujo de detalle, la capacidad estable de recolección del campo español, en función de las últimas 5 campañas, podría ser de 105 mil toneladas de fruta diaria (130 mil nominal total), traducido a semanas, 735 mil toneladas, en lo referente a procesado, la capacidad máxima de tratamiento de alpeorujo por semana serían de 170 mil toneladas, si dicha situación evolucionara de forma constante, teniendo en cuenta los posibles altibajos, ello generaría una segura ruptura de flujo entre las semanas 4 y 6 de 2021, es decir, entre el 17 de enero y 7 de febrero del citado año, momento en que las balsas quedarían plenamente llenas.
Desde ese momento, una vez superada la capacidad de las balsas, la situación se agravaría, pues las almazaras procesarían a un ritmo 4 veces superior a la que lo hace el sector orujero, luego dicho colapso acompañaría al sector el resto de campaña, con sus potenciales problemas, sociales, económicas y medioambientales.