Revista
Que una publicación cumpla 60 años de vida continuada en nuestro país no suele ser muy frecuente dentro del panorama editorial actual, de ahí que quiera comenzar este artículo felicitando efusivamente a la revista Óleo y a todo el plantel profesional que la hace posible –periodistas, maquetadores, fotógrafos, publicistas- por su sexagésimo aniversario. Seis décadas de compromiso y fidelidad con los lectores durante las que la publicación decana del sector del olivar ha demostrado un profundo conocimiento de todos sus entresijos y resortes reflejando con gran acierto, número a número, la evolución del sector, los principales puntos de vista de la industria envasadora y refinadora y también nuestras preocupaciones.
Con motivo de este feliz aniversario me han solicitado que exponga por escrito mis impresiones sobre los cambios que ha experimentado el sector durante estos 60 años, petición que me ha obligado a revisar los datos oficiales de la década de los 60 del siglo pasado y también la información registrada de aquella época en los archivos de nuestra Asociación, una tarea de arqueología documental que me ha brindado la oportunidad de descubrir el espléndido trabajo que se desarrollaba por los envasadores que formaban parte de ella y, especialmente, por las personas que trabajaban por aquel entonces en ANIERAC.
Buceando en los archivos, he podido comprobar que eran años de un profundo cambio. En la década anterior, la de los 50, se habían abordado distintas iniciativas legales que pretendían animar el cultivo del olivar con ideas liberalizadoras que iban desde la reforma estructural de su cultivo hasta medidas que rompían, aunque parcialmente, el intervencionismo anterior -las llamadas cartillas de racionamiento-. En aquel momento para atender las necesidades del consumo nacional se llegó a incentivar el cultivo de cacahuete y soja y, gracias a las importaciones de aceite de soja norteamericano, la propia administración pública -la denominada Comisaría de Abastecimientos y Transportes- gozó al principio de la exclusividad para efectuar mezclas de aceites, especialmente de oliva y soja, para su venta en el mercado nacional.
Esta situación podría hacernos pensar que el cultivo de olivar no alcanzaba una superficie suficiente en nuestro país. Pero nada más lejos de la realidad. Según el Ministerio de Agricultura, España disponía de 2.300.000 hectáreas de olivos de las que se consideraba que al menos 2.100.000 eran de olivar de almazara, pero lamentablemente ni la producción de aceituna, ni su rendimiento en aceite, ni su calidad permitían por entonces responder adecuadamente a la demanda.
Ya en la década de los años 60, con el impulso y mejora del cultivo, conseguimos alcanzar un cierto nivel de abastecimiento con producciones medias en torno a las 400.000 toneladas, con dientes de sierra debidos a la acusada vecería de la época que tuvieron como consecuencia que en 1963 se llegaran a obtener 638.000 toneladas y sólo en la campaña siguiente se produjeran en torno a 110.000 toneladas. No crean que nuestra actividad exportadora es una novedad de nuestros días, es verdad que las cifras no se parecen a las actuales, pero la exportación española en alguno de aquellos años llegó a superar las 100.000 toneladas.
La estructura de las almazaras y su capacidad de molturación estaban adecuadas a las producciones de la época y en los siguientes escalones de la industria, las refinerías y los envasadores, que sumaban en torno a 300 instalaciones, comenzaron progresivamente a modernizarse.
En estos 60 años de historia del sector que repasamos de la mano de la revista Óleo hay que destacar en mi opinión dos hitos que, aun no compartiendo la misma relevancia, considero importantes: el primero se dio en la regulación de la campaña olivarera 1979/1980, que estableció que “la venta al público de todos los aceites comestibles se realizará en régimen de envasado con precinto y bajo marca registrada”; el segundo, sin duda mucho más trascendente, vino marcado por la entrada de España en la entonces Comunidad Económica Europea, actual UE, en el año 1986, integración que con el paso de los años ha supuesto una revolución en el cultivo, en la transformación y en su comercialización, y que sentó las bases para alcanzar los parámetros de calidad y liderazgo que distinguen en la actualidad al aceite de oliva español.
Tienen disponible para su lectura el artículo de opinión en el número especial 60ºAniversario de Óleo.