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Durante el mes de abril el olivo se encontraba a las puertas de la floración, y podemos decir que ahora en mayo, con datos reales de la comarca de la Sierra de Cazorla, se está produciendo la floración y los primeros frutos que cuajan. En concreto las zonas más adelantadas de la Comarca están terminando la floración, que comenzó en torno al día 26 de abril y en estos momentos ya están finalizando, y en las zonas más tardías -zonas de alta montaña- la primera flor abrió en torno al 9 de mayo y si continúa el patrón que desde la Denominación de Origen se espera, la floración terminará aproximadamente en torno al 25 de mayo.
Comparativamente con el pasado año, en las zonas más adelantadas de la comarca las fechas de la floración fueron similares al actual, sin embargo donde sí ha habido una diferencia, es en las zonas tardías, ya que el año pasado la floración comenzó el día 1 de mayo, empezando este año con una semana de retraso con respecto al año pasado.
Otro de los aspectos fundamentales de este mes y que dibuja una idea de por dónde podría ir la potencial producción de nuestros olivares, se deriva de los datos que arroja el estudio que se ha realizado del número de flores por brote de media y la fertilidad de estas flores en los olivares de nuestra comarca. En concreto, con datos medios obtenidos por la Denominación de Origen Sierra de Cazorla, la media de inflorescencia por brote este año ha sido de 9,78, es decir, prácticamente 10 inflorescencias por brote.
El pasado año esta cifra fue de 8,52, con lo cual estamos actualmente ligeramente por encima de los valores del pasado año, sin embargo eso no es un dato significativo en gran medida, ya que la clave va a estar en la fertilidad de la flor. En este año el 67% de los botones florales son fértiles, dato muy superior al del pasado año, que fue de un pobre 15%, cabe recordar que la media histórica en cuanto a fertilidad de las inflorescencias de un año normal en nuestra comarca, se sitúa alrededor del 53%.
Estos datos sin duda dan lugar al optimismo del sector de cara a esta cosecha, porque porcentualmente hablando, hay un 450% más de fertilidad en las inflorescencias de nuestros olivares con respecto al pasado año.
Sin embargo, a pesar de que la fertilidad es alta, hay que estar muy atentos a las siguientes semanas, porque aunque ahora las perspectivas de cuajado de fruto sean buenas, veremos hasta que punto estos frutos pueden desarrollarse y llegar a buen puerto, una de las principales amenazas para ello, es lo que se llama caída fisiológica de frutos o “caída de San Juan”, que se da en el mes de junio.
La propia naturaleza del olivo, para no comprometer su propio desarrollo y el metabolismo de la planta, desecha los frutos que no es capaz de sacar adelante. Cuando el cuajado es muy superior a lo que el olivo lleva dentro en cuanto a reservas, recursos nutricionales y disponibilidad de agua, la propia planta selecciona los frutos que conformarán la futura cosecha y eliminará los restantes. Es un proceso natural para que los frutos que salen adelante lleguen a buen puerto en las mejores condiciones, sin que el olivo comprometa su integridad fisiológica, ni la de los frutos seleccionados, hasta que punto va a ser importante la caída de San Juan, es la gran incógnita en la actualidad, y la gran cuestión que puede determinar la futura producción en cuanto a cosecha.
Eliminar las malas hierbas
Respecto al trabajo del agricultor, nos encontramos en una época donde conviene intervenir lo menos posible en la planta, ya que la floración es un proceso muy delicado y no se deben hacer actuaciones mediante aplicaciones foliares en la planta, salvo que sea estrictamente necesario, por problemas puntuales fitosanitarios en zonas concretas.
Sin embargo, sí será necesario intervenir en la cubierta vegetal. Están por venir los meses de más calor; la planta sufre por las altas temperaturas y el agua almacenada en el suelo es fundamental para ella. Aquí existe una competencia por el agua, ya que la vegetación espontánea y las malas hierbas que crecen alrededor del olivo también demandarán esa agua.
Por tanto es fundamental intentar detener la cubierta vegetal, desbrozar y cortar la hierba para que se frene y no consuma esa agua tan necesaria para el olivo.
Plagas y enfermedades
Respecto a las plagas, el pasado mes, la segunda generación del prays, una de las plagas más importantes de nuestros olivares, no ha tenido apenas incidencias en los olivos de la comarca. Sin embargo, a partir de ahora es necesario estar alerta con la tercera generación de prays, que ataca al fruto que se está formando. Se trata del ataque más peligroso de las tres generaciones de prays, ya que provocará otra de las caídas de fruto futuras, la “caída de San Miguel”, en septiembre.
Además, hay que estar alerta con los potenciales ataques del barrenillo, que se dan fundamentalmente en olivares próximos a zonas con leñas, como núcleos urbanos, cortijos…, donde hay leñeras. Los barrenillos que salen de las leñeras van buscando brotes tiernos de la planta para alimentarse de la savia; para ello perforan ese brote, se introducen dentro y rompen la zona donde está creciendo la planta. Por eso en los alrededores de los pueblos los olivos se ven más pequeños y con un peor desarrollo que en las zonas más alejadas.