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El sector del olivar en España es y debe considerarse un subsector estratégico dentro del sector agrícola español. Sólo en Andalucía, el valor de la producción en el 2022 ascendió a 2.860 millones de euros, según datos recogidos en el Anuario de Estadísticas Agrarias y Pesqueras (CAPADR). La campaña pasada comenzó con unas existencias nacionales de 454.600 toneladas de aceite, manteniéndose por debajo de los valores de los años anteriores. La estimación de existencias en España en el inicio de la presente campaña es un 43,4 % inferior a las del inicio de la campaña pasada.
El sector agrario, y el olivar en concreto, llevan ya tiempo en un claro proceso de continua transformación, tanto desde un punto de vista sociológico, tecnológico y también financiero. En lo social, es indudable que existe un gran problema generacional en las explotaciones agrarias. El 41,27%% de los propietarios son mayores de 65 años, mientras que solo el 4,07% de los agricultores tienen menos de 35 años. Las nuevas generaciones no sienten por el campo esa predilección laboral que sí tienen para otras alternativas profesionales. Sin jóvenes en nuestra agricultura no es posible abordar ninguno de los grandes retos presentes y futuros, ni tampoco impregnar el sector agrario de una cultura innovadora. También sería importante que la incorporación de la mujer a la actividad agraria tuviera más relevancia. No sólo en las áreas técnicas o productivas, sino también en los órganos de decisión de cooperativas u organizaciones profesionales.
En cuanto a la tecnología, ha venido para quedarse y se asentará aún más en los próximos años, pues irá muy ligada a la sostenibilidad, la eficiencia y la productividad de cualquier explotación. Una buena muestra es la introducción del “cuaderno digital de explotación”, que permitirá que los agricultores incorporen la digitalización al ámbito de la gestión de sus explotaciones, facilitando el cruce de información con las autoridades responsables de la PAC y avanzando en la eficiencia de las políticas.
La mayor profesionalización del sector es palpable y evidente: se habla más de empresarios que de agricultores. Muchos perfiles financieros han desembarcado en las empresas y cooperativas agrarias. Quizás uno de los factores se debe a la llegada de inversión que desde hace unos años se está produciendo en el sector agrario y muy particularmente en el olivar. En la actualidad existen casi 1.000 fondos de inversión dedicados a la agricultura, que han dejado una inversión superior a los 2.000 millones de euros en el campo español. En términos económicos, el suelo rústico está volviendo a ganar el protagonismo que se merece como activo refugio para la inversión. Las compraventas superaron las 150.000 operaciones en 2021 y 2022, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
¿Por qué el agro español y el sector del olivar en concreto son atractivos para las inversiones?
1. Es un sector que combina sólidas rentabilidades históricas (de hasta un 15%).
2. Buena visibilidad y recurrencia de los flujos de efectivo a largo plazo.
3. Escasa correlación con la mayoría de los demás activos, con una fuerte resistencia a los ciclos económicos y cobertura respecto a la inflación.
Tienen el articulo completo para su lectura en el número 196 de Óleo.