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De acuerdo con el último informe difundido por Crédito y Caución, el sector agroalimentario afronta un doble desafío: por un lado, producir más alimentos que nunca para alimentar a la creciente población mundial; por otro, hacerlo en el marco de su propia transformación hacia la reducción de residuos y la mejora de su eficiencia. Aunque el sector se ha convertido ya en uno de los principales generadores mundiales de energías renovables y de digestión anaeróbica, también contribuye al calentamiento global y es la principal fuente de metano y pérdida de biodiversidad.
En los próximos años el sector alimentario afrontará el reto de equilibrar las tensiones entre su evolución hacia las emisiones netas cero y la necesidad de mantener una producción de alimentos asequibles, nutritivos y accesibles en un contexto de aumento de los riesgos de sequía, incendios forestales e inundaciones. El apoyo de las administraciones centrales y locales jugará un papel de primer orden en esta transformación.
Los agricultores producen cada vez más su propia energía eólica, solar o de biomasa para sostener su producción y vender el excedente a la red. Los primeros inversores en esta transición ya están mejorando sus márgenes, cuotas de mercado y competitividad. Sin embargo, el informe difundido por la aseguradora de crédito explica que esta transición puede tener un efecto perturbador en el riesgo de crédito de los productores más pequeños, incapaces de afrontar por sí mismos las inversiones que requieren. Además, en muchos mercados el impacto económico de este cambio se está trasladando a los precios finales, por lo que consumidores con cada vez menos renta disponible están reduciendo su gasto.
Más allá de la transición energética, la innovación está brindando oportunidades a las empresas agroalimentarias, especialmente a medida que los mercados buscan enfoques sostenibles para la producción de alimentos. El impulso de la agricultura regenerativa se centra en mejorar la salud del suelo y la biodiversidad con el fin de mejorar la captura de carbono, aumentar los rendimientos e incrementar la resiliencia climática. La aplicación de la IoT y blockchain permite el seguimiento del ciclo de vida desde la granja hasta la mesa, lo que está ayudando a afrontar el reto logístico del sector. Asegurar la cadena de suministro, reducir su huella de carbono y minimizar el desperdicio de alimentos será una preocupación central para el agroalimentario en los próximos años.
El sector también afronta el desafío de flexibilizar sus capacidades ante el cambio de hábitos de los consumidores. No se trata de una tendencia homogénea a nivel global: en Occidente se ha producido una explosión de la popularidad del veganismo mientras en China aumenta el consumo de carne.