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El método más extendido actualmente para el diagnóstico nutricional en el olivo es a través de la hoja. Sin embargo tenemos valores de referencia solo para el mes de julio, el hierro no se puede diagnosticar a través del análisis foliar y para el azufre no tenemos unos valores de referencia. Estas son algunas de las dificultades para la utilización de este material.
El análisis de la savia puede ser una buena alternativa, aspecto en el que se centra el proyecto del Grupo Operativo, SAVIAOLIVAR, en el que se ha estudiado la savia del olivo para utilizarla como material en el diagnóstico de las necesidades nutritivas del olivar. Este GO lo componen cinco miembros: Universidad de Granada, Cortijo Guadiana y Almazara la Loma de Castillo de Canena, Asociación Técnica de Producción Integrada de Olivar y Fundación Caja Rural de Jaén.
En este trabajo se han analizado suelos tomados del bulbo húmedo, hojas y savia a lo largo de 2 años con muestreos mensuales de estas tres matrices, lo que permitió elaborar curvas de evolución para este periodo con el objeto de comprobar si la savia es un material sensible y útil para este diagnóstico y de serlo, qué momentos serían los más adecuados para la utilización de este método. Se muestrearon 6 fincas, de la variedad picual y hojiblanca, repartidas entre Jaén, Granada, Sevilla y Córdoba, todas ellas de riego y en producción integrada.
Para la extracción de la savia se utilizó una adaptación de la cámara de Scholander, que nos permite dar cabida a las ramas de olivo, de las que se extrae la savia circulante por presión con gas nitrógeno.
Resultados del estudio
Entre los resultados obtenidos, se encuentra que aunque el pH de los suelos oscilaba entre 7,5 y 8,5, un poco más bajas para Osuna (Sevilla) y Hornachuelos (Córdoba), sin embargo, en savia el pH es neutro, oscilando de ligeramente básico a ligeramente ácido y cuando estas oscilaciones se daban en savia las podíamos relacionar con el aporte foliar de nitrato potásico, por ejemplo. Esto es indicativo de la sensibilidad del análisis de savia y su relación inmediata a los cambios externos o a los tratamientos aplicados.
Resaltan que las correlaciones observadas entre savia y hoja han visto que eran menos frecuentes y menos robustas que entre savia y suelo a pesar de la diferencia entre los dos medios. La hoja tiene muchos de los elementos estudiados incluidos en sus estructuras y actúa como sumidero y/o almacén de muchos de ellos.
En la savia están midiendo los elementos que están circulando en un momento determinado en el que se hace la medida y está relacionado con la disponibilidad del elemento analizado (por ejemplo, el aporte por abono foliar o fertirriego o el movimiento de nutrientes en suelo ligado a las precipitaciones) y con las necesidades relacionadas con estados fenológicos, por ejemplo el desarrollo del fruto.
Los investigadores destacan en el análisis el papel del potasio; ya que durante los meses de septiembre, octubre y en ocasiones también noviembre, se observa, en hoja, un descenso en la concentración de este elemento en todas las explotaciones, aunque con ligeras diferencias respecto al inicio de este descenso (Figura 2). Esta dinámica es muy diferente a la observada por otros autores (Fernández-Escobar et al., 1999; Nieto et al., 2017) que han señalado un descenso paulatino en las concentraciones de potasio en hoja cuando esta es joven, momento en el que se miden las concentraciones más elevadas.
La aplicación de abono foliar en la primavera y el fertirriego en verano, han cambiado la dinámica del potasio, reflejándose en las curva para las hojas y es al llegar los meses de septiembre y octubre cuando se produce una salida generalizada de potasio de la hoja, hecho que coincide con un aumento de este nutriente en savia, lo cual sugiere una relación con las necesidades que va a presentar el fruto.
En el caso de la dinámica para calcio y magnesio a lo largo del periodo estudiado han observado que los movimientos de estos elementos son muy similares en los tres materiales analizados, suelos, hojas y savia. Además el calcio en savia se correlacionó de forma positiva con la conductividad eléctrica y la concentración de magnesio en suelo.
Finalmente, han observado que las correlaciones negativas entre el fosfato en savia y calcio en suelos, lo que se podría justificar por el hecho de que al aumentar la concentración de calcio en la solución del suelo disminuye la absorción de fosfato y con ello su presencia en savia.