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El agua que se escapa por el desagüe puede ser tratada y reutilizada para regar cultivos, evitando extraer mayores cantidades de fuentes naturales. En base a esta idea, investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y de la Universidad de Valladolid (UVa) proponen un método para cuantificar los costes y beneficios de los proyectos de reutilización de agua para riego, identificando los que potencialmente supondría mayores beneficios netos. El método propuesto facilita la definición de escenarios alternativos y proporciona evidencia científica para apoyar las decisiones de política hídrica.
Dicho trabajo ha sido publicado en la revista Agricultural Water Management, bajo el título “A method for the prioritization of water reuse projects in agriculture irrigation”, donde los investigadores proponen nuevas opciones para el riego agrícola.
El agua es un ingrediente fundamental para los cultivos agrícolas, especialmente los de regadío que requieren que se extraiga del medio natural (embalses, acuíferos subterráneos). A veces los agricultores no disponen de tanta como desearían, y además el cambio climático está implicando una mayor variabilidad en la disponibilidad de agua: precipitaciones más intensas, pero también periodos de sequía más largos e impredecibles.
Aumentar las extracciones de agua del medio natural tiene sus riesgos: ríos con poco caudal dificultan el desarrollo de flora y fauna, y acuíferos cada vez más hondos requieren pozos más profundos y bombas de agua que consumen más energía. Por ello, se buscan fuentes de agua alternativas para seguir sosteniendo la actividad agrícola sin comprometer los ecosistemas con los que convive. Una de esas fuentes alternativas es, literalmente, el agua que tiramos por los desagües de casa. ¿Nos hemos parado a pensar que el agua no se consume en el mismo sentido que consumimos una sandía, que tras comerla deja de existir como tal? La mayor parte del agua que usamos en nuestras casas sigue siendo agua, solo que mezclada con otros elementos (jabón, residuos alimentarios, etc.). Esta agua se echa normalmente a los ríos o al mar tras unos tratamientos de depuración que evitan que sea contaminante. Pero una parte puede someterse a unos tratamientos adicionales que le devuelvan la pureza inicial para que pueda reutilizarse en riego de cultivos. Con ello, se le pueden dar varias vidas al agua que extraemos del medio natural.
Esos tratamientos adicionales se pueden hacer en plantas denominadas “estaciones de regeneración de aguas residuales” (ERAR). Estas estaciones requieren unas inversiones iniciales para su construcción y tienen un coste de operación diaria, lo que supone que debe elegirse bien dónde instalarlas. En este contexto se encuadra el proyecto RECLAMO, financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y dirigido por la doctora Irene Blanco de la Universidad Politécnica de Madrid.
Un estudio concreto que se ha acometido en este proyecto ha analizado cómo priorizar proyectos de reutilización de agua, teniendo en cuenta los potenciales clientes (regantes) existentes en las proximidades, los beneficios generados y los costes de infraestructura. Para ello, el equipo ha desarrollado un algoritmo que es capaz de generar automáticamente un trazado de la red de distribución de agua que minimice el coste, a partir de las características de las parcelas. El método se ha aplicado en el Alto Guadiana, en el centro de España, donde ha habido problemas de sobreexplotación de los acuíferos locales y las consiguientes restricciones en el uso del agua.
Teniendo en cuenta las estaciones depuradoras de aguas residuales existentes, los proyectos candidatos a reutilización se clasifican según su relación beneficio/coste, presentando grandes diferencias según la ubicación y uso potencial del agua regenerada. Con ello se puede conocer de antemano los costes y beneficios de cada proyecto candidato.
Con esta información las autoridades pueden tomar decisiones sobre las inversiones a efectuar y anticipar el efecto de cambios en el tipo de cultivo, en la tecnología de regeneración de aguas, o en los tipos de interés para las amortizaciones, por ejemplo.