Revista
Máxima preocupación por parte de los agricultores con respecto a la situación del olivar en estos momentos. Desde organizaciones como Asaja Córdoba o UPA Granada, han alertado de que debido al estado actual de sequía se podría reducir la cosecha de la aceituna entre un 30% y 50%.
Para el presidente de Asaja Córdoba, Ignacio Fernández de Mesa incide en que uno de los puntos por resolver es el de los aforos oficiales de cada una de las campañas, apuntando a que en la provincia la cosecha media de aceituna arroja unas 300.000 toneladas y este año podría quedarse en unas 180.000.
El secretario general de UPA Granada, Nicolás Chica, incrementa sus temores de mala campaña a tenor de los datos de campo que manejan los técnicos, para determinar que no se alcanzarán ni siquiera las 90.000 toneladas de aceite producido, menos cantidad que la obtenida en la campaña 2021/2022. La organización calcula un 30% menos de cosecha de aceite de oliva, y unas pérdidas superiores a los 125 millones de euros por la sequía, entre el valor económico del producto y la considerable disminución de mano de obra necesaria.
Está situación llega en un momento crítico para los productores de aceite de oliva, que se encuentran sumamente afectados por el alza del precio de los suministros, como los abonos, fitosanitarios y el gasóleo, que se encuentran disparados y subiendo progresivamente. Si se comparan los gastos de esta campaña con respecto a la situación de hace un año, el coste del gasóleo se ha incrementado, pasando de 56 céntimos el litro a 1,30 euros el litro. También, el gasto en abonos es muy considerable, un 105% respecto al año anterior, pasando de unos 380 euros/tn a 780 euros/tn.
La menor producción de aceite se basa también no sólo en que haya menos aceituna colgada del árbol, sino que, además, “esa aceituna tiene bloqueada su propia fábrica de aceite, y mientras no se den unas condiciones climáticas favorables no comenzará a producirlo con lo que podría llegar a las almazaras con mínimos rendimientos”, afirma el presidente de Asaja Córdoba.
El problema para UPA Granada no solo está en las pérdidas de cosecha, de valor económico y de empleo en el medio rural de nuestra provincia, sino también en el futuro. “La ola de calor que sufrimos en los momentos iniciales de la floración quemó todos los tallos que no habían salido. Después, las altas temperaturas del verano, unidas a la falta de precipitaciones y la prolongada situación de sequía que sufrimos, han hecho que las aceitunas que tienen los árboles hayan disminuido de tamaño y están muy arrugadas, especialmente en el secano. En muchas explotaciones, incluso, los olivareros ni siquiera recogerán el fruto porque les costaría más dinero del que obtendrían”, afirma. Además, la falta de lluvia se sigue notando, especialmente en el secano. Tal y como están las cosas ahora mismo “mucho nos tememos que el olivo pueda sufrir daños estructurales. De persistir la sequía y no llover en los meses de septiembre y octubre, los olivos se pueden resentir de cara al futuro y entonces sería imposible cuantificar los daños y las pérdidas que sufriremos”, adelanta Nicolás Chica.
En estos momentos, no solo preocupa la próxima cosecha 2022/2023 sino también en la siguiente, 2023/2024. La mala situación en que van a encontrarse los olivos por la falta de agua hará que, de no tener un próximo otoño e invierno con precipitaciones más que suficientes, los árboles no sean capaces de “cargar” aceituna por su debilidad fisiológica.