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Los bajos precios a los que cotiza el aceite de oliva y la saturación de marcas en España, junto a un naciente culto al ‘oro líquido’ que se está empezando a extender en muchos países está llevando a pequeñas compañías a buscar implantarse en otros mercados. Framoliva, una empresa familiar en quinta generación fundada en 1898, ha dado el primer paso para abordar su plaza estratégica, Estados Unidos, al conseguir la certificación de la FDA (Agencia Reguladora de Alimentos y Medicamentos del país).
Su consejero delegado y uno de los seis hermanos accionistas, Cristóbal Moreno Muruve, explica que abordarán áreas que no están explotadas: “No iremos a las zonas habituales como Nueva York, Washington, Miami o San Francisco. Estamos buscando alternativas en la Costa Oeste”.
Su cliente objetivo son pequeñas tiendas gourmet y especializadas “que aporten valor añadido”. En este sentido, Francisco Moreno Muruve, presidente de la firma, añade que “no tenemos volumen para hacer competencia a grandes marcas. Tenemos que entrar humildemente, pero posicionando un producto de gran calidad”.
También en China están buscando distribuidores. Mientras, en Japón están en contacto con una empresa que comercializa cava de muy alta calidad. “El vino y los aceites van de la mano”, señala el consejero delegado.
Desde el punto de vista de ambos directivos, en España hay dos grandes problemas. Por un lado, que los aceites de marca blanca se han convertido en productos gancho (“algunos cumplen los parámetros de calidad virgen extra pero son fruto del laboratorio”) y por otro lado, la competencia de las producciones del Norte de África, “de buena calidad pero con menores trabas administrativas”.
Framoliva, que cubre todo el ciclo, desde el olivar hasta la comercialización, tiene una producción anual de cinco millones de kilos de aceite. La familia Moreno Muruve posee en propiedad 200 hectáreas, mientras que otras 1.300 son de agricultores de la zona “con los que hacemos la trazabilidad desde el comienzo”. En 2002 inauguró una almazara en Huévar del Aljarafe (Sevilla), tras una inversión de seis millones de euros. Estas instalaciones tienen una capacidad de molturación de más de 500.000 kilos de aceituna al día.
Durante los últimos años, la compañía familiar ha sostenido una facturación de cinco millones de euros, pero debido a los bajos precios a los que cotiza el aceite de oliva la ha reducido al entorno de los 3,5 millones. Respecto a la producción, se sitúa en cinco millones de kilos y entre un 30% y un 40% se comercializa envasado bajo sus marcas Framoliva y Muruve. “El porcentaje final depende de la calidad de las cosechas, pero la idea es ir ampliándolo”. La variedad es predominantemente manzanilla.
El resto lo vende a granel. Desde hace unos ocho años mantiene un acuerdo con la cadena de distribución Alcampo.