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Cómo alternan los nutrientes al funcionamiento del organismo. Esto es lo que estudia la investigadora Isabel Prieto, responsable del grupo de investigación Neuroendocrinología y Nutrición, vinculado al Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario (ceiA3), y se plantea la pregunta ¿Hasta qué punto nos afecta lo que comemos? Su equipo analiza el efecto que tienen diversas grasas, entre ellas la del aceite de oliva, sobre algunos mecanismos de regulación nerviosa y hormonal.
Según sus palabras, “una cosa es saber que ciertos alimentos son buenos para prevenir una determinada patología, y otra muy distinta es demostrarlo científicamente”. En este sentido, el grupo de la Universidad de Jaén (UJA) estudia cómo distintos ácidos grasos afectan a enzimas que intervienen en los mecanismos de regulación de la presión arterial, de la ingesta de alimentos y de control del peso corporal. Todo ello con el objetivo de conocer a fondo las razones que hacen que el aceite de oliva sea especialmente recomendable para personas que padecen o que tienen el riesgo de padecer hipertensión, diabetes, obesidad o síndrome metabólico.
“La cantidad y el tipo de grasa que ingerimos con la alimentación no sólo afecta a nuestro peso, sino que afecta al funcionamiento de todo nuestro organismo”, señala Prieto, quien añade que “las grasas que tomamos con la dieta pueden modificar la composición de las membranas celulares, e incluso alterar el funcionamiento de nuestro cerebro”. Y es que hay tipos de grasas que pueden afectar a la actividad de determinadas enzimas y conseguir que no se desarrollen enfermedades concretas en el organismo.
La investigadora destaca que es vital conocer la evidencia científica que corrobora los beneficios para la salud que tienen determinados nutrientes. “Hay que demostrar científicamente estas ventajas para que así estos alimentos puedan etiquetarse con aquellos efectos saludables concretos y específicos que tienen”, detalla.