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En el curso medio del río Tajo, en la provincia de Toledo, y a mitad de camino entre su capital y Talavera de la Reina, concretamente en el municipio de El Carpio de Tajo. Ahí es donde podemos encontrar Casas de Hualdo, un proyecto joven y moderno, dirigido por José Antonio Peche, Enrique Vivas, como responsable de Calidad, y Jesús Corcuera, maestro de Almazara. Todos ellos tienen una obsesión, la defensa del AOVE y su excelencia.
Con un total de 300.000 olivos repartidos en 630 hectáreas, desde la Vega del Tajo hasta las estribaciones de los Montes de Toledo, con diferentes tipos de suelo, en esta finca se elaboran AOVEs de cuatro variedades, que por orden de superficie son: arbequina, picual, (45% en ambos casos), cornicabra (15%) y manzanilla cacereña (3-4%), un variado conjunto con sabores para todos los gustos.
Según nos explica Enrique, “tras un minucioso estudio de cada parcela, en el año 1996 se plantaron los distintos olivares y se decidió el tipo de cultivo, para cuya ubicación se tuvo en cuenta los diferentes tipos de suelo y los microclimas que se dan en esta superficie”. La zona posee unas características edafoclimáticas muy especiales, lo que la hace óptima para el cultivo del olivo y sus duras condiciones climáticas posibilitan el control natural de plagas y enfermedades. Aquí, las lluvias suelen ser escasas, de modo que las técnicas de cultivo más modernas, como pueden ser el riego por goteo monitorizado, la fertirrigación o los tratamientos a ultra bajo volumen favorecen la calidad del fruto y frenan el excesivo vigor de los árboles, permitiendo la obtención de delicados aceites.
Todo el olivar es tradicional, aunque tal y como reconoce su responsable de calidad, “somos muy meticulosos, con seguimiento de la evolución de las plagas, análisis foliares, controles de humedad, también tenemos un par de estaciones meteorológicas, de manera que toda esa información nos sirve para hacer los tratamientos más adecuados, y a nivel de fitosanitarios, utilizar sólo los imprescindibles, respetando los límites de seguridad y dosis de aplicación”, explica Enrique. A ello, añade José Antonio, “realizamos un cuidado minucioso del olivo a lo largo de todo el año, a un nivel muy exigente. Controlamos todas las fases del ciclo del cultivo, y lo hacemos todo nosotros mismos, con personal propio y muy formado”.
En el caso del olivar en seto, reconoce, “lo hemos sabido gestionar y creemos que lo estamos haciendo bien ya que tenemos una regularidad muy importante en las producciones, no tenemos altibajos y ello es fruto de un trabajo muy cuidadoso”.
El descenso de las temperaturas con la llegada del otoño garantiza unas condiciones óptimas en el momento de la recolección del fruto, recogido directamente del árbol y transportado directamente a la almazara para evitar su deterioro. Los responsables de esta firma apuestan por la cosecha temprana, y ello se debe, según su director, a que “para competir por cantidad, en Castilla-La Mancha lo tenemos difícil, nunca vamos a alcanzar las producciones ni los rendimientos de Andalucía, por lo que consideramos que lo que nos puede diferenciar del resto es la producción de un aceite de máxima calidad”.
En un año normal, el olivar de Casas de Hualdo llega a producir alrededor de 3,5 y 4 millones de aceituna, pero hay que tener en cuenta que al tratarse de plantaciones nuevas, producción tiene que ir estabilizándose.
Puede leer el reportaje completo en el nuevo número de OLEO Revista.