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A unos días para el cierre de la Cumbre del Clima (COP25) que se está celebrando en el Ifema de Madrid, Aceites de Oliva de España ha lanzado un comunicado en el que reivindica el olivar como un ejemplo de cultivo sostenible y una apuesta eficaz en la lucha contra el cambio climático.
En la COP22 que se celebró en Marrakech, el COI tuvo una participación destacada en la que reveló los datos que hoy día refrendan estas afirmaciones. El ciclo de vida de un litro de aceite de oliva, desde que se produce hasta que se consume, genera una media de 1,5 kilos de CO2. Pero al mismo tiempo, el olivar es capaz de llegar a fijar hasta 11,5 kilos de CO2 por cada kilo de aceite producido, generando un balance positivo de fijación de 10 kilos de gases de efecto invernadero. Además, la fijación de carbono también redunda en la capacidad del terreno de almacenar agua, por lo que ayuda a combatir la desertificación que amenaza amplias zonas del Mediterráneo.
Además de todo ello, el olivar es también un agente fijador de la biodiversidad del terreno. Lo demuestra el proyecto Life Olivares Vivos, que tras evaluar la biodiversidad de distintos olivares, ha catalogado la convivencia de nada más ni nada menos que 165 especies de aves, una cuarta parte de todas las documentadas en la península. Algo similar ocurre con los invertebrados, con 58 especies de hormigas y 119 insectos polinizadores. Asimismo se han localizado 549 especies herbáceos y 137 de leñosas.
El olivar lleva tiempo apostando por los valores ecológicos y de sostenibilidad. Consolidar esta tarea es una necesidad que debe ser compatible con la búsqueda de unos precios justos, una reclamación del sector que debe ser atendida por parte de las instituciones en aras de salvar los paisajes únicos y diversos del olivar que aportan no solo un impacto económico sino también un valor cultural y paisajístico.