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Cuatro regiones. Cuatro almazaras. Cuatro apuestas oleoturísticas. Hoy, en Oleo, presentamos diversos exponentes de oleoturismo repartidos a lo largo del territorio nacional, para mostrar cómo la difusión de la cultura del AOVE y su proceso de elaboración tiene efectos que, en cualquier lugar de España, redundan no solo en beneficio de la almazara, también de la salud turística del territorio.
En la última década, la apuesta por el oleoturismo ha ido ganado cada vez más adeptos entre las almazaras. A medida que el aceite de oliva virgen extra se ha ido convirtiendo en un producto cada vez más distinguido, y a medida que el refuerzo del valor añadido se ha ido convirtiendo en una de las claves comerciales para la almazara, han ido surgiendo distintas iniciativas privadas, y también de inversión pública, con el fin de crear una cultura alrededor del mundo del aceite y difundirla al público. Cada vez con más frecuencia, las almazaras han ido abriendo sus puertas y mostrando con transparencia y pedagogía el proceso de elaboración del aceite de oliva a los visitantes interesados. El movimiento se germinó en Andalucía, donde se concentran la mayor parte de las almazaras, pero cada vez son más los ejemplos que encontramos alrededor del territorio nacional que han aplicado esta filosofía para reforzar su posición y fidelizar al cliente. Hoy, en Óleo, queremos mostrar cuatro ejemplos de oleoturismo más allá del territorio andaluz, que demuestran que la cultura del AOVE está más viva que nunca.
Almazara Molino Alfonso (Belchite, Aragón)
Desde los recovecos de la histórica localidad aragonesa de Belchite, escenario de alguna de las batallas más simbólicas de la Guerra Civil Española, emerge la Almazara Molino Alfonso, con más de un siglo de existencia. Cuatro generaciones han invertido su esfuerzo en mantener la almazara a la vanguardia de la producción olivarera en la región de Aragón. En los tiempos que corren, la apuesta por el oleoturismo ha sido una de las estrategias clave de la empresa para darse a conocer, una estrategia coherente con las necesidades de la tierra y la región. "Nuestros objetivos parten de la necesidad de revitalizar el entorno y el medio rural que nos encontramos", aseguran desde la almazara, "promocionando la producción local y contribuyendo a su desarrollo económico y social". La almazara forma parte GastroBelchite, una red de turismo gastronómico en colaboración con otras dos empresas de la comarca dedicadas entre otras cosas al sector vinícola. Como tantas otras veces, el aceite y el vino se alían para reivindicar el valor añadido de los productos locales, poniendo en relieve el esmero y el cuidado artesanal del producto ofrecido. Así, Molino Alfonso ofrece visitas guiadas a su almazara que se inician con un paseo a través de los olivos centenarios de la Comarca de Belchite, explicando el trabajo de recolección y las formas de trabajar en el olivar. A continuación, los visitantes se adentran en la almazara para conocer a fondo el funcionamiento y las maneras de producir el aceite que, en unos pocos minutos, estarán degustando en una cata conjunta con la cual se da el cierre a la visita. Una experiencia que aúna la naturaleza con una ubicación histórica, y donde el apelativo "centenario" flota en el ambiente y en el pensamiento del turista rural más exigente. Los niños también son destinatarios de dicha experiencia. "Muchos niños crecen en entornos urbanos, sin contacto con la naturaleza", afirman desde la almazara. Sabedores de la importancia que tiene difundir la cultura del olivar entre los más pequeño, Molino Alfonso organiza habitualmente visitas a grupos escolares, adaptando la visita al gusto de los más pequeños y tratando de implicarles en un sector tan esencial como es el agroalimentario.
Tiene disponible el reportaje completo en el nº 180-181 de Óleo.