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Con el objetivo de avanzar en la modernización de un sector tan tradicional como el de la olivicultura nace TecnOlivo, proyecto que persigue crear un producto tecnológico pionero para la optimización de la gestión del cultivo del olivo, propiciando a su vez la generación de nuevas posibilidades de negocio que sitúen a la cabeza de la innovación internacional del sector a Huelva y sureste de Portugal y, por extensión, al resto de Andalucía y de Portugal. Con un presupuesto de más de 2 millones de euros, y cofinanciado con Fondos FEDER, TecnOlivo cuenta con un consorcio liderado por la Universidad de Huelva (UHU, España), acompañado de otras entidades y empresas españolas y portuguesas.
El cultivo del olivo (Olea europea) ocupa una posición de gran relevancia a nivel internacional. Las cualidades gastronómicas del aceite de oliva y la aceituna de mesa, principales productos derivados de esta actividad agrícola, los han situado como una fuente de prestigio y visibilidad para el “estilo de vida europeo saludable”, ya que el aceite de oliva es la piedra angular de la dieta mediterránea que, en 2013, fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Además de su mencionado valor cultural, hay que añadir la importancia de este sector como motor económico y social en los países del sur de Europa y, más concretamente, en la península ibérica. La industria del olivar en España, con 2,5 millones de hectáreas cultivadas, ocupa el primer puesto mundial en superficie y producción de aceite de oliva. Esto se refleja en el hecho de que el sector oleícola representa el 5% de las empresas agroalimentarias españolas y el 9% de las exportaciones de productos agroalimentarios. En el caso de Portugal, hablamos de un mercado en expansión, que en los últimos 10 años ha cuadruplicado sus exportaciones alcanzando un volumen de negocio de 1.811 millones de euros en 2017. Hay que destacar, además, el marcado carácter social de este cultivo que genera unos 46 millones de jornales cada campaña.
La Organización de las Naciones Unidas prevé un crecimiento demográfico mundial de unos 2.000 millones de personas para el año 2050, lo cual implicará la necesidad de incrementar la producción de alimentos. En el sector de la agricultura, la limitación de superficies cultivables y las dificultades emergentes derivadas del cambio climático, han motivado la búsqueda de nuevas soluciones encaminadas a mejorar la productividad y sostenibilidad de las explotaciones. Dentro de la superficie de un cultivo se dan factores de variabilidad como pueden ser la composición y estructura del suelo, el tiempo de exposición a la luz solar, la presencia de patógenos, etc. Estos factores determinan la efectividad en el uso de recursos por parte del cultivo. Por ello, es necesario el desarrollo de tecnologías capaces de caracterizar el estado fisiológico de las plantas con una mayor resolución espacial y temporal que la aportada por las técnicas usadas tradicionalmente. La agricultura de precisión busca poner solución a esta problemática mediante el desarrollo de sensores avanzados capaces de monitorizar factores clave que permitan ajustar la toma de decisiones de manera localizada dentro de la superficie de un cultivo.
Pueden leer el artículo completo en el número 182 de Óleo.