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Queda poco menos de un mes para la Cumbre mundial del Clima, que se celebrará en Madrid entre el 2 y el 13 de diciembre. La cita, prevista inicialmente en Chile, ha tenido que cambiar de sede ante la gravedad de los disturbios vividos en el país latinoamericano. Esta contingencia ha hecho que sea finalmente la capital española la escogida por la ONU para acoger un evento de talla mundial que reunirá un total de aproximado de 25.000 personas, entre ellas grandes personalidades del mundo político y empresarial, para debatir acerca de los retos climáticos del futuro. Trump no estará entre ellas. Por lo menos, eso es lo que se intuye a tenor de sus declaraciones.
Mientras Gobierno, Ayuntamiento y Comunidad de Madrid se coordinan para agilizar los preparativos, los sectores agrícolas realizan su particular llamamiento a la sostenibilidad y la producción ecológica. En ese contexto, cabe plantearse qué puede aportar el olivar frente a los grandes retos que tenemos por delante. El último informe editado por Ecovalia analiza el impacto de la agricultura ecológica sobre la huella de carbono, y sus beneficios en comparación con el modelo tradicional. La conclusión apunta datos muy esperanzadores en el olivar. El modelo ecológico reduce la huella de carbono hasta en un 100%, consolidándose, así, como el cultivo más sostenible en términos climáticos. Cereales de invierno, subtropicales y cítricos también reducen su impacto, aunque en menor medida: un 42%, un 40% y un 60% respectivamente.
Según reza el estudio, el olivar ecológico "contribuye a mitigar la emisión de gases de efecto invernadero principalmente a través del secuestro de carbono en el suelo", gracias a la aplicación de cubiertas vegetales, restos de poda y enmiendas orgánicas, como el alperujo. Es tal el potencial del olivar que incluso se pueden alcanzar promedios de huella de carbono negativa, es decir, que el impacto sobre la atmosfera podría llegar a ser nulo o positivo, pero para ello, las prácticas ecológicas deben, primero, generalizarse.
La producción ecológica emerge, de este modo, como la alternativa más fiable para la reducción de dióxido de carbono en la atmósfera. Una necesidad insoslayable habida cuenta del impacto de la agricultura y la ganadería en las emisiones de gases de efecto invernadero, de hasta un 25% si tenemos en cuenta los cálculos indirectos ocasionados por la producción de los insumos. Revertir el modelo intensivo e industrializado, virando hacia un sistema de producción ecológica, profesional y reglada, podría ser una de las soluciones para mitigar los efectos del Cambio climático.
El estudio citado se titula "Producción Ecológica Mediterránea y Cambio Climático: Estado del Conocimiento", y ha sido realizado por la Cátedra de Producción Ecológica "Clemente Mata", de la Universidad de Córdoba.