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La Universidad de Córdoba (UCO) ha jugado un papel destacado en el diseño de la primera propuesta de clasificación de suelos para la Unión Europea, un avance que busca orientar las políticas de protección y gestión sostenible de este recurso vital. El estudio, publicado en la revista científica Geoderma, ha sido desarrollado por un equipo internacional de 28 investigadores de diez Estados miembros, entre ellos los expertos de la Unidad de Excelencia María de Maeztu de la UCO, Tom Vanwalleghem y Antonio Rafael Sánchez Rodríguez.
El proyecto establece una metodología para definir y ordenar los denominados ‘soil districts’ o distritos de suelo, unidades básicas que dividen el territorio según factores como tipo de suelo, clima, topografía y uso del suelo. Esta propuesta inicial busca proporcionar una herramienta práctica y científica que permita a los Estados miembros cumplir con las futuras exigencias de la Ley de Vigilancia del Suelo de la UE, cuya aprobación es inminente.
Un recurso clave para el futuro de Europa
La Unión Europea ha fijado el objetivo de lograr suelos sanos para 2050, una meta ambiciosa si se tiene en cuenta que el 60% de los suelos europeos están degradados o en un estado no saludable, según el Consejo Europeo. La Ley de Vigilancia del Suelo será el marco legal que permitirá avanzar hacia esta meta, exigiendo a los Estados miembros supervisar y evaluar la salud de sus suelos como primer paso para diseñar políticas de protección adaptadas a las particularidades de cada territorio.
La propuesta de los ‘soil districts’ constituye un avance en este camino. Aunque se han realizado esfuerzos previos para zonificar los suelos, no existe hasta ahora un sistema oficial y consensuado que permita una clasificación universal. Este trabajo piloto aporta una metodología que equilibra rigor científico y viabilidad práctica, siendo aplicable tanto a nivel nacional como europeo.
España y sus 30 distritos de suelo
El estudio propone una primera clasificación de distritos de suelo en siete países europeos, incluyendo España, donde se identifican 30 distritos. A diferencia de los límites administrativos convencionales, esta división responde a criterios como el tipo de suelo, la topografía y la cobertura vegetal.
Por ejemplo, en el Valle del Ebro y el sur de Andalucía, predominan los calcisoles, pero la variabilidad entre áreas agrícolas fértiles y zonas más áridas marca diferencias significativas entre distritos. En el noroeste peninsular (Galicia y Asturias), los umbrisoles son característicos, aunque influyen factores como la cobertura y la topografía para distinguir al menos dos distritos distintos.
Países con superficies similares, como Francia, identifican hasta 120 distritos, mientras que en Suecia, por su homogeneidad, se definen sólo diez. Esta diversidad refleja las especificidades de cada territorio y la importancia de adaptar las políticas a las características locales.
De la zonificación a la acción: desafíos pendientes
Los ‘soil districts’ son una herramienta inicial para evaluar la salud del suelo, pero su implementación plantea desafíos. Aún es necesario definir las estructuras de gobernanza que gestionarán estas políticas, involucrar a agentes locales y aumentar la educación ciudadana sobre la importancia de los suelos.
Los suelos no solo son esenciales para actividades como la agricultura, sino que también constituyen un importante reservorio de carbono y una fuente de biodiversidad. En España, donde la erosión amenaza la sostenibilidad de numerosos ecosistemas, tomar medidas urgentes resulta vital para garantizar la seguridad alimentaria y la salud ambiental.