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Proclamado en 2019 durante la 40ª reunión de la Conferencia General de la UNESCO, el Día Mundial del Olivo se celebra cada 26 de noviembre como un homenaje a este árbol universal. Desde la antigüedad, el olivo y su emblemática rama han representado la paz, la armonía y la longevidad, valores que continúan inspirando a comunidades de todo el mundo.
La UNESCO invita a gobiernos, instituciones y ciudadanos a conmemorar esta fecha mediante debates, conferencias, talleres, exposiciones y actividades culturales que refuercen la conciencia global sobre la importancia del olivo. Según Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO, “Plantar un olivo y disfrutar de sus frutos nos conecta con una cadena de humanidad que trasciende generaciones”.
Un árbol, múltiples propósitos
Además de su simbología universal, el olivo desempeña un papel crucial en la sostenibilidad ambiental y el desarrollo económico. Contribuye a mitigar el cambio climático al mantener un balance de carbono positivo, absorbiendo más CO2 del que emite en la producción de aceite de oliva.
Asimismo, el olivo es un motor económico para muchas regiones rurales, generando empleo y garantizando la seguridad alimentaria a nivel global. Sus productos, como el aceite de oliva y las aceitunas de mesa, son pilares de la dieta mediterránea y reconocidos por sus beneficios nutricionales y propiedades medicinales.
El Consejo Oleícola Internacional y su rol global
Desde su fundación en 1959, el Consejo Oleícola Internacional (COI) lidera los esfuerzos para armonizar normativas, garantizar la calidad de los productos oleícolas y promover el comercio internacional. Representando al 94% de los países productores de aceite de oliva y aceitunas de mesa, el COI también fomenta la investigación científica y la sostenibilidad ambiental en la oleicultura.
Elegir el olivo para proteger el planeta
La declaración de la UNESCO para el Día Mundial del Olivo subraya la necesidad de integrar al olivo como un aliado en la lucha contra el cambio climático y un garante de la salud global. Esta llamada invita a los países y comunidades a adoptar al olivo como un símbolo y herramienta de protección ambiental y desarrollo sostenible.
“El olivo es un legado vivo que une a los pueblos, no solo a través de su historia, sino también como un recurso vital para nuestro futuro colectivo”, concluyó Azoulay.