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Desde el inicio de la campaña 2021/2022 hasta la actualidad, como consecuencia de la falta de oferta, debido a unas condiciones climatológicas desfavorables, los precios en origen de los aceites de oliva han evolucionado, tal y como se recoge en el Cuadro 1. Como se observa, el precio del aceite de oliva virgen extra se ha multiplicado por 2,3, pasando de 3,17 euros/kg en octubre de 2021 a 7,38 euros/kg en julio de 2024, registrando el precio más alto en enero del 2024 (8,95 euros/kg). El precio del aceite de oliva virgen, en el mismo período, se ha multiplicado también por 2,3 (de 2,96 euros/kg a 6,88 euros/kg), siendo el precio más alto el de enero del 2024 (8,26 euros/kg). Finalmente, el aceite de oliva lampante, ha multiplicado su precio por 2,26 (de 2,86 euros/kg a 6,46 euros/kg), registrando el precio máximo, también, en enero del año 2024 (8,24 euros/kg). Como vemos, el precio máximo para las tres categorías se registra en el mismo mes, un comportamiento que, como veremos, se da en el mercado de envasado con destino a hogares.
Este comportamiento de la oferta en origen, ha tenido la traslación a los precios en destino que figuran en el Cuadro 2. Como se observa, el precio del aceite de oliva virgen extra se ha multiplicado por 2,25, pasando de 4,24 euros/l en octubre de 2021 a 9,55 euros/l en junio de 2024, registrando el precio más alto en mayo del 2024 (10,30 euros/l). El precio del aceite de oliva virgen, en el mismo período, se ha multiplicado por 2,5 (de 3,49 euros/l a 8,76 euros/l), siendo el precio más alto el de mayo del 2024 (9,20 euros/l). Finalmente, el aceite de oliva, ha multiplicado su precio por 2,48 (de 3,28 euros/l a 8,14 euros/l), registrando el precio máximo, también, en mayo del año 2024 (8,53 euros/l).
Esta evolución de los precios ha provocado un descenso en el consumo de aceites de oliva importante, como se observa en los cuadros 3 y 4. En efecto, en el año 2023, el consumo de aceites de oliva descendió un 14,93%, con respecto al año anterior, mientras que el aceite de girasol aumentaba un 24,66%, prácticamente lo mismo que descendía el consumo de aceite de oliva virgen extra (23,84%). Este descenso ha continuado en el año 2024, si comparamos las cifras de consumo desde enero a abril. En efecto, en estos cuatro meses se han consumido en los hogares españoles un 17% menos de aceites de oliva que en el mismo período del año anterior; un 20,82% menos de aceite de oliva virgen extra; y un 21,56% más de aceite de girasol, que ya se consume en los hogares españoles más que el “aceite de oliva”.
En distintos foros del sector, se ha hablado y sigue haciéndose de la lealtad o fidelidad de los consumidores españoles a los aceites de oliva. Esta afirmación tiene que matizarse. En efecto, hasta abril del año 2023 (Cuadro 5), los consumidores españoles redujeron su consumo de aceites de oliva (21,76%), pero no aumentó el consumo de aceite de girasol (apenas un 0,4%). Los consumidores españoles cambiaron de hábitos, pero no de aceite. Sin embargo, a partir de ese momento (Cuadro 3), observamos que la disminución del consumo de aceites de oliva estuvo acompañada de un aumento importante del aceite de girasol, también del aceite de orujo, pero este es poco significativo en el mercado aceitero español. La conclusión es que los españoles somos fieles a los aceites de oliva, pero hasta cierto nivel de precios.
Si observamos la evolución de los precios en destino (Cuadro 2), podemos deducir que la fidelidad se mantiene hasta un nivel de precios del entorno de 6 euros/l para el aceite de oliva virgen extra; de 5 euros/l para el aceite de oliva virgen; y de 5 euros/l para el aceite de oliva. Tal vez estos guarismos sirvan de guía para mantener la fidelidad de los hogares españoles. Porque, aunque algunos opinan que cuando bajen los precios se recuperará rápidamente el consumo de los aceites de oliva, yo no soy tan adivino, más bien escéptico, aunque ojalá me equivoque.
Artículo de opinión publicado en el número 198 de Óleo.