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Tras dos años de grandes dificultades marcados por la sequía y la caída significativa en la producción, el sector del aceite de oliva en España se prepara para un retorno a la normalidad. Las previsiones actuales realizadas recientemente por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, sitúan la próxima cosecha en torno a 1.260.000 toneladas, aunque desde la Asociación Española de la Industria y Comercio Exportador de Aceite de Oliva - ASOLIVA, consideramos que podría acercarse entre el 1.300.000 y el 1.500.000 de toneladas, siempre y cuando las precipitaciones acompañen en los próximos meses. En este sentido, la incertidumbre sobre las lluvias sigue siendo un factor clave para determinar el volumen final de la cosecha.
El enlace de la actual campaña es uno de los más bajos de la historia, pero la producción de aceite en países vecinos como Portugal ya ha comenzado, lo que permitirá suplir temporalmente la demanda interna mediante adquisiciones intracomunitarias hasta que la cosecha española esté disponible. A pesar de este escenario, no se prevén problemas de desabastecimiento, y el abastecimiento interno parece estar asegurado, algo fundamental para la estabilidad del mercado.
Rendimientos y calidad de la producción
Un dato alentador para el sector es que los rendimientos del aceite en las aceitunas recogidas están mostrando mejores cifras que en las dos campañas anteriores. Tanto el volumen de aceituna a cosechar como el porcentaje de aceite que se extrae de ellas son factores clave para garantizar una producción sólida. Además, no solo España espera un mejor desempeño, sino que otros países productores también prevén una cosecha más cercana a la normalidad, lo que contribuirá a una producción mundial que rondará los 3.000.000 de toneladas. Esto, junto con los remanentes de stock, generará un excedente estimado de 300.000 toneladas, lo que proporciona estabilidad a nivel global.
Desafíos en las exportaciones y el consumo
Sin embargo, a pesar de este panorama de recuperación en términos de producción, los desafíos no han desaparecido, especialmente en lo que respecta al mercado internacional y a las exportaciones. En los últimos dos años, las exportaciones de aceite de oliva han disminuido en volumen en torno a un 33%, mientras que el consumo mundial ha caído aproximadamente un 18%. Esta pérdida de cuota de mercado ha beneficiado a otros aceites vegetales como el girasol, la soja, la canola e incluso el aceite de aguacate, cuyos precios son considerablemente más bajos en comparación con el aceite de oliva.
A nivel interno, el consumo de aceite de oliva también ha sufrido una contracción, reduciéndose en torno a un 30% en los últimos años. Sin embargo, se espera que tanto las exportaciones como el consumo interno comience a restablecerse gradualmente, impulsados por el aumento en la producción y la recuperación del mercado.
Retos del sector industrial
Aunque el sector productor ha sido capaz de defenderse mejor durante las campañas difíciles, especialmente para aquellos que han logrado mantener la producción, el sector industrial ha experimentado mayores problemas. Los costes de producción se han disparado, en algunos casos triplicando, lo que ha llevado a que el precio de origen del aceite de oliva haya pasado de unos 3 euros a cerca de 11 euros por litro. Esto ha generado dificultades para las empresas industriales, que dependen de la compra de materia prima a precios elevados, reduciendo así sus márgenes de beneficio.
Además, la subida de los costes ha complicado la obtención de crédito bancario para el sector, lo que agrava la situación financiera de muchas empresas. La creciente competencia con otros aceites vegetales, especialmente en mercados internacionales, sigue siendo un reto importante que deberá afrontarse en los próximos años.
Este artículo de opinión se encuentra completo para su lectura en el número 198 de Óleo.