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Un olivar de miel es un policultivo de olivos y aromáticas que aprovecha mejor el terreno y combate la erosión. Su objetivo es proteger la biodiversidad y reducir la erosión y además, puede ser una forma de rentabilizar la producción ecológica de aceite de oliva.
La idea surge de Javier Domínguez, paisajista de profesión, al observar que un olivar es un bosque discontinuo sin sotobosque (arbustos), cuyo suelo fértil queda indefenso ante lluvias torrenciales, especialmente si el terreno está en pendiente. Su propuesta es sembrar los espacios perdidos con plantas adaptadas al terreno, creando útiles corredores de flora y fauna. Las plantas y flores serían resistentes a la sequía, no tendrían gasto de riego y contribuirían al equilibrio mineral del olivar. Con ello se contribuiría a frenar la erosión, fomentar la biodiversidad y aprovechar el terreno carente de rentabilidad entre hileras de olivos.
Domínguez señala que cultivos como el olivar contribuyen a desertizar, reduciendo la riqueza de una explotación agrícola a un monocultivo con zonas áridas entre árboles, mientras que con el policultivo se revertiría el proceso.
Este paisajista define al olivar de miel como “un policultivo de olivos y aromáticas que aprovecha mejor el terreno y combate la erosión. Los olivos están rodeados por cuadrículas de aromáticas para no competir con la aceituna, y si el terreno está en pendiente las propias aromáticas hacen de bancales. Todos los sistemas de recolección, desde el vareo hasta la maquinaria que interactúa con el propio árbol, son compatibles con las aromáticas, pudiendo establecerse carriles de paso sin que sean canales de erosión”.
Aclara que “en aquellos olivares en los que no se usan plaguicidas naturales, el concepto es el mismo pero los rendimientos del policultivo son menores”. Y según nos avanza, ya hay varias empresas españolas interesadas en aprovechar este policultivo para fomentar la biodiversidad y reducir la erosión, aunque por el momento no se pueden dar nombres.
En España hay varios espacios geográficos donde la abeja puede desarrollarse dada la escasa presencia de pesticidas y el olivar, especialmente si es ecológico, es uno de ellos, pudiéndose incorporarse paulatinamente el resto del sector. En el caso particular del olivar en seto, Javier Domínguez considera que el terreno entre las hileras de olivos está “desaprovechado”, de modo que si se plantaran plantas aromáticas que actuaran de barrera se reduciría la pérdida de tierra fértil.
Puede leer el reportaje completo en el número 168 de OLEO Revista.