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No es un patógeno solitario y devastador, sino un ejército de microorganismos que ataca coordinadamente para destruir las plantas. Así es como funciona realmente la verticilosis del olivo, según un estudio conjunto publicado por la Universidad de Córdoba, la Universidad de Valencia y el Instituto de Agricultura Sostenible del CSIC. EL hallazgo podría cambiar la manera que existe de entender, afrontar y combatir una de las infecciones más nocivas para el olivar.
El patógeno -el hongo Verticillium dahliae- permanece en los suelos infectados, coloniza las raíces y tapona el sistema vascular hasta provocar la muerte de la planta. Pero no lo hace en solitario. El hongo impulsa y dirige la enfermedad en su inicio, pero después involucra a toda una comunidad de microorganismos que atacan del árbol en varios frentes. Es una "guerra microscópica" que declara el verticillium pero a la que se suman multitud de hongos, bacterias, protozoos, además de nematodos y amebas que se alimentan de las sustancias que generan las defensas del olivo. Incluso los hongos beneficiosos que hasta el momento habían mantenido una relación de simbiosis con las raíces del árbol, cambian de aliado, como Judas Iscariote, y se vuelven dañinos contra la propia planta.
Estos resultados, que añaden múltiples complejidades al las dinámicas que componen el proceso de infección, cambian la manera de entender la enfermedad y podrían contribuir a enfocar tratamientos futuros que ayuden al olivo a defenderse del hongo. Se trata de un avance muy importante, si bien quedan todavía muchas incógnitas por despejar, como los genes implicados en los procesos de defensa de la planta, y el misterio según el cual algunas especies del olivo son inmunes a la infección. En este último hecho podría hallarse, precisamente, la clave para encontrar, algún día, la cura definitiva.