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La Cooperativa San Vicente de Mogón se encuentra en plena campaña de recolección en el que será un año de inflexión, y está realizando un proceso de adaptación para reforzar su estrategia de diferenciación y apuesta por la economía circular. Además, ha fijado el objetivo en reforzar la imagen de marca orientada hacia el oleoturismo; adecuar las instalaciones para un flujo productivo correcto y ampliarlas con una nueva y más grande envasadora a tenor del crecimiento en variedades y formatos de aceite de oliva y en la importante demanda que tiene nuestro producto.
La gerente de la cooperativa, María del Mar Manrique, se muestra muy satisfecha por la inversión que se está realizando en un proyecto de adaptación de la almazara para integrar la producción con los visitantes, de forma que habrá dos circuitos independientes pero estrechamente interrelacionados. Pero, a la vez, las nuevas y modernizadas instalaciones de la SCA San Vicente de Mogón divulgarán la importancia del olivar en la conservación del entorno natural de la Sierra de las Villas y transmitirán a los visitantes la importancia de consumir aceite de oliva virgen extra proveniente de olivares vivos, cultivados con técnicas ecológicas y de producción integrada respetuosos con la flora y la fauna, que permiten mantener un ecosistema completo a la vez que desarrollar una actividad económica respetuosa y con una triple sostenibilidad, social, ambiental y económica.
Por último, la gerente de la SCA San Vicente de Mogón explica que la apuesta real por la economía circular ha sido una de las claves a la hora de enfocar el proyecto de modernización. “Hemos querido cerrar el círculo completo, porque para nosotros tan importante o más que lo que se produce es cómo se hace. Siempre hemos defendido la importancia de elaborar un aceite de oliva virgen extra cuidándolo desde el campo hasta la botella y por eso queremos aprovechar al máximo todos los recursos que provienen del olivo. De ahí que hayamos construido una planta para el tratamiento de hueso, tengamos en previsión ejecutar el próximo año una planta de compostaje, y hayamos adaptado las instalaciones a los puestos de trabajo que hemos ido creando a lo largo de los últimos años. Demostramos, con hechos, la triple sostenibilidad del olivar tradicional: económica, social y medioambiental”, concluye María del Mar Manrique.