Revista
Por Constantino Valero, profesor de la ETSIAAB, Universidad Politécnica de Madrid
La agricultura está empezando a servirse de la computación en la nube, las aplicaciones para móvil, los modelos de predicción de cosechas y plagas, el big data, el internet de las cosas; y todo ello está cambiando rápidamente el paradigma productivo, acabando con el tópico de “un mundo rural poco tecnificado”. La agricultura de precisión y la agricultura digital van de la mano. El agricultor necesita subirse al carro de las nuevas tecnologías y el mundo necesita de ellas para afrontar el cambio climático con una demanda creciente de alimentos, a la vez que una producción más sostenible.
La agricultura está sufriendo una nueva revolución en nuestros días, similar a la que aconteció con la llegada del tractor o de los fitosanitarios. Con la irrupción de aquellas innovaciones se incrementó de forma sustancial la capacidad de trabajo en campo y la productividad final del cultivo. Sin embargo, en estos momentos el factor productivo que más está aumentando es, sin duda, la información. Estamos en la era de las tecnologías de la información y las comunicaciones (ICT, en inglés), el internet de las cosas (IoT) y el análisis de datos masivos (big data) y todo ello está también penetrando en la agricultura.
La revolución viene de la mano de la agricultura de precisión (AP), que no empezó precisamente ayer. Llamamos AP a ese conjunto de tecnologías, en muchos casos embarcadas en la maquinaria agrícola, pero también desplegadas en campo, o a bordo de satélites, drones e incluso robots, que nos ayudan a medir parámetros del cultivo y su entorno, para realizar mejor las operaciones agrícolas, incluso automáticamente, y conseguir mayor rentabilidad y menor huella ecológica. La AP se inició en la década de los años 90 del siglo pasado, por lo que ya debería haberse convertido en un estándar, usado por los agricultores de forma habitual, pero no ha sido así.
Pueden consultar el artículo completo en el número 183 de Óleo.