Revista
El Instituto de Investigación y Tecnología Agrarioalimentarias (IRTA), nace en 1985 con el objetivo de contribuir a la modernización, la mejora y el impulso de la competitividad, al desarrollo sostenible de los sectores agrario, alimentario, agroforestal, acuícola y pesquero. Centro de referencia e investigación de la Generalitat de Cataluña, adscrito al Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural, cuenta actualmente con una amplia red de centros consorciados en el territorio catalán. Colaboradores de Óleo en sus líneas de investigación vinculadas al olivar, contamos en este número especial con la presencia de Agustí Romero, especialista en Olivicultura del IRTA que nos hablará de los cambios del sector y de su situación actual.
De la Olivicultura tradicional a la olivicultura tecnificada
En este lapso de tiempo, muy largo lógicamente, los cambios han sido enormes. Hemos pasado de una olivicultura tradicional a una de altamente tecnificada e intensiva, orientada al mercado y donde cada vez son más importantes las necesidades del consumidor final.
Aunque todavía existe una olivicultura tradicional y a tiempo parcial, que busca su sostenibilidad en nuevos conceptos como la gestión agroambiental o la lucha contra la desertización, una proporción relevante del sector se basa en la profesionalización de los olivicultores, su formación continua y la aplicación de nuevas técnicas de cultivo. La gestión del agua y la fertilización se han adaptado a las necesidades reales del cultivo en las diferentes condiciones edafo-climáticas. La gestión de plagas y enfermedades ha incorporado personal técnico especializado y nuevas tecnologías ha incorporado personal técnico especializado y nuevas tecnologías que permiten tanto su seguimiento como la predicción de los momentos críticos para el control. El concepto del ecosistema y de las interacciones existentes entre olivos-fauna-cubierta del suelo-clima ya forma parte, quizás sin ser conscientes de ello, de las decisiones que toman los olivicultores para el manejo del cultivo.
El momento de inicio de la recolección ya no se realiza solamente en base al rendimiento, si no que se adapta a diferentes objetivos de comercialización, habiendo pasado de recolectar en diciembre o enero a hacerlo en noviembre y, para algunos perfiles concretos, en octubre, lo que supone nuevos retos tecnológicos para la gestión de estos frutos muy verdes, con mucha humedad y de baja extractabilidad. La misma tecnología de recolección ha cambiado notablemente y supone, en muchos casos, una reducción considerable de costes. La tecnología de almazaras ha dado un giro espectacular y el tradicional problema de atrojado de frutos en los patios es ya casi una anécdota, la capacidad de recolección y molturación se ha incrementado enormemente y la calidad media general de los aceites ha mejorado sin ninguna duda. Muchos productores han encontrado mecanismos para salirse del ciclo de producción enfocada a graneles para poner en el mercado aceites de categoría extra y características sensoriales realmente espectaculares, imposibles de imaginar hace 60 años. La conquista de nuevos consumidores y mercados está suponiendo un cambio en los criterios de evaluación de los aceites y, aunque todavía tienen mucho peso los aceites de calidad media, es indudable que los perfiles van evolucionando hacia aceites más intensos y donde el atributo dulce pierde la importancia capital que tenía.
Los Institutos de Investigación: Motores de cambio
La búsqueda de soluciones a los múltiples problemas del sector, en las condiciones de la olivicultura española, mediante investigación y experimentación nacionales han aportado resultados transferibles al sector y que han demostrado ser adecuados y rentables para los olivicultores, almazareros y comercializadores. El proceso ha sido exponencial, los resultados permitían pequeñas mejoras y planteaban nuevas preguntas. La investigación ha ido en paralelo a los nuevos retos del sector; la intensidad de los trabajos ha ido pivotando del aumento de la productividad a la mecanización, la tecnología de almazaras, la valorización del aceite a partir de sus propiedades saludables y sensoriales y el desarrollo de nuevas tecnologías para reducir el fraude o garantizar alegaciones de difícil verificación como la variedad o el origen. Para ello, la interacción y complementariedad de los equipos de investigación ha sido fundamental. Los nuevos conceptos de sostenibilidad, bioeconomía, economía circular, mitigación del cambio climático, suponen nuevos retos que precisan de investigación realizada en las condiciones de nuestros olivares.
Tienen disponible para su lectura el artículo de opinión en el número especial 60ºAniversario de Óleo.