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La sociedad europea ha zarpado ya en una travesía de transición sobre lo que comemos y en el entorno donde se producen los alimentos. Quienes manejan el crucero son las autoridades de la Unión Europea (UE), quienes recurren a los científicos para marcar el rumbo de la seguridad alimentaria y la sostenibilidad medioambiental y del propio sector agroalimentario.
Pero no siempre es así. Las técnicas de edición de genes para la mejora vegetal como el CRISPR se regulan por las reglas que se aplican a los organismos modificados genéticamente (OMG). Academias europeas ya han pedido que se actualice su normativa para adaptarla a las evidencias científicas en la actualidad. Es solo un ejemplo, pero podría extenderse a otras herramientas genómicas y de sanidad vegetal. Hay criterios ideológicos, como los que cuestionan los beneficios de estas técnicas, que son considerados por encima de los razonamientos que dicta la ciencia, encar-nada a escala comunitaria en la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), entidad independiente, financiada con los presupuestos de la UE, que la asesora en materia de alimentos y piensos y evalúa el riesgo de las tecnologías agrícolas.
Precisamente, la Alianza por una Agricultura Sostenible (ALAS) nace para impulsar una agricultura y una ganadería productivas sostenibles que viajen necesariamente con unos compañeros como la tecnología, innovación y digitalización, basadas en la ciencia. Además, en España las necesitamos casi más que en ningún otro país, porque sufrimos en primera línea los efectos del cambio climático. No podemos perder el barco para ser sostenibles.
Sostenibilidad es Eficiencia
Optimizando el uso de recursos limitados, como agua, suelo o energía se encara un marco climático que ya experimenta un aumento del estrés en los cultivos por ascenso de las temperaturas, el cambio en los regímenes hídricos o incremento de plagas y enfermedades. Frente a semejante desafío y para seguir garantizando al mismo tiempo el suministro a toda la población de alimentos seguros, saludables, variados y asequibles al bolsillo del consumidor, es irrenunciable para los agricultores y ganaderos sostenibles disponer de las herramientas tecnológicas más avanzadas en un marco regulatorio predecible, proporcionado y soportado en las evidencias científicas, más si cabe cuando se espera un cambio de timón por el Pacto Verde Europeo, hoja de ruta para dotar a la UE de una economía sostenible neutra climáticamente para 2050 y que se formalizará a través de dos estrategias.
Antes de concretarse los objetivos marcados en las Estrategias “De la Granja a la Mesa” y sobre “Biodiversidad 2030”, ALAS considera que la aplicación realista del Pacto Verde pasará previamente por un debate profundo y abierto que sea capaz de establecer tácticas con los productores de alimentos y de insumos agrícolas para cumplir con los objetivos tan drásticos que se plantean en dichas estrategias, además de fijar unos plazos de adaptación en una hoja de ruta más racional. El estudio de impacto de las estrategias debería realizarse teniendo en cuentas las características agroclimáticas de nuestro país, la variedad de cultivos, la presión de plagas y enfermedades.
Puede leer el artículo de opinión completo en el número 183 de Óleo.