Revista
En el sector se están produciendo movimientos de integración vertical; comprobamos la sustitución de plantaciones tradicionales de olivo por otras de cultivo intensivo y superintensivo; y, están apareciendo a escena nuevos mercados que empiezan a producir aceite de oliva. Todo esto hace que la empresa oleícola no se pueda permitir el lujo de aislarse y seguir de espaldas a lo que ocurre. Para ello, debe tomar decisiones. La internacionalización es una de las más importantes.
He tenido ocasión de escribir algunos artículos sobre la apertura al sector exterior de sector oleícola. Hoy me gustaría hacer hincapié en algunos puntos claves de esta decisión estratégica.
Antes de nada, lo primero que tenemos que hacer es comprender y analizar los movimientos que se están produciendo en el sector a nivel mundial para ser capaces de dar una respuesta estratégica a nuestra empresa. Hoy quiero detenerme en estos factores de cambio que hacen que no podamos permanecer inmóviles a una decisión.
Sin duda, uno de estos movimientos más interesantes, es la integración vertical de sector. Durante estos últimos años, hemos comprobado cómo se han ido, por un lado, estrechando los márgenes en los distintos eslabones de la cadena y, por otro, como se está produciendo una batalla por el control de un producto que, a día de hoy, la demanda supera a la oferta. Ambos factores han provocado que, otrora grandes distribuidoras y envasadoras como la lusa Sovena, hayan entrado fuertemente a producir directamente su propio aceite de oliva.
Por otro lado, la oferta, sabedora de que la unión hace la fuerza, se ha ido concentrando para poder mejorar su posición de negociación cara a envasadoras y la gran distribución.
Finalmente, la gran distribución, en pos de ampliar márgenes, está evitando cada vez más a eslabones intermedios de la cadena comercial, como son distribuidora e importadoras, para firmar directamente con la producción y, así, también poder evitar riesgos de suministro. Por tanto, las relaciones se estrechan y se entremezclan en un mundo más global en el que, cada uno, debe jugar su partida.
Todo esto hace que cada empresa oleícola tenga que mover ficha en esta partida apasionante que no se detiene y que, en cualquier momento, puede dejarla fuera de juego.
Hace unos años, ante nuevos retos estratégicos y antes de abordar un complejo y arduo proceso de apertura exterior, invitábamos previamente a las empresas a responder a la pregunta: ¿quiere la empresa internacionalizarse? Hoy en día esa pregunta no viene al caso, pues no hay elección. Ahora lo que debemos de contestar es a la cuestión: ¿cómo vamos a internacionalizar la empresa?
Puede leer el artículo completo en el número 170 de Oleo Revista.